Margarito Escudero Luis
Cuauhtémoc Cárdenas, quien durante mucho tiempo fue el guía moral del Partido de la Revolución Democrática, fue agredido durante la marcha que realizaron miles de participantes para apoyar y exigir la aparición con vida de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, Guerrero.
Los seguidores de Cárdenas de inmediato alegaron que los agresores fueron enviados por alguien. Pero la agresión o, por lo menos los argumentos que dieron los agresores, tienen cierta lógica, pues el hijo del Tata Lázaro, dejó colgados de la brocha a miles o millones de seguidores en aquella elección fraudulenta de 1988.
Sea como fuere, en estos momento necesitamos de todos los que quieran sumarse, ante la situación nacional, los ciudadanos no pueden darse el lujo de fomentar la división, de por sí ahondada gracias a los medios de comunicación y una falsa idea de lucha social.
La presencia de Cuauhtémoc Cárdenas en la marcha puede leerse de varias maneras, lo mismo la agresión que sufrió junto con sus acompañantes.
En estos momentos el PRD ya definió su postura la nombrar a su presidente nacional, pero pudiera decirse que se politizaba la marcha, mientras los marchistas gritaban “Ni PRI, ni PAN ni PRD”.
De todas formas, la marcha en sí es una posición política de los participantes que están hartos de lo que está ocurriendo en el país y sobre todo, porque las autoridades no pueden o no quieren solucionar estos conflictos.
Si Cárdenas decidió ponerse de este lado, debería ser aceptado, pues se requiere del mayor número de participantes para poder tomar fuerza y obligar al gobierno que actúe a favor de los mexicanos, de las víctimas.
Uno de los reclamos que le hicieron al ex candidato presidencial, era que como perredista apoyó la candidatura de Ángel Aguirre Rivero para que fuera gobernador de Guerrero. Reclamos fuera de lógica, porque el perredismo mismo debió evitar que más priistas llegaran a los puestos clave del PRD, sin embargo, la militancia no hizo nada.
REAPARECE AMLO
Por otra parte, el ex candidato presidencial el PRD y ahora dirigente del partido Morena, Andrés Manuel López Obrador, reapareció en escena, al emitir una declaración sobre la trágica muerte de estudiantes en Guerrero.
Pero AMLO dejó ver más su interés por contender una vez más por la presidencia de la República, que una actitud de líder social que ha logrado movilizar a millones de mexicanos.
El argumento es que Enrique Peña debe renunciar a la presidencia antes del uno de diciembre, “cómo lo marca la ley” y luego convocar a elecciones extraordinarias.
Es lamentable esta actitud de alguien que se ganó la confianza y simpatía de los mexicanos, pues su deber como líder es organizar la resistencia, ponerse al frente de las movilizaciones y buscar otras vías para cambiar la forma de gobernar al país, pues ya está visto que por la vía electoral no hay posibilidades.
AMLO da muestras de querer seguir jugando al ritmo que le marca el sistema, de respetar la ley que ha sido burlada una y otra vez para impedir que llegue a la presidencia, a pesar de evidente derrota del candidato oficial.
O no ve o no quiere ver que el país está en otras condiciones, que es un momento coyuntural que se debería aprovechar para canalizar a las masas, que la historia le está dando la oportunidad de oro.
Pero prefiere seguir la vía electoral, la misma que se le ha negado dos veces, igual que a Cuauhtémoc Cárdenas.
Está bien condenar la agresión a cualquier persona, tal como miles de mexicanos lo hacen en este momento ante las agresiones que sufren guerrerenses a mano de autoridades y criminales.
Está demostrado que este gobierno no puede o no quiere resolver esta situación que ha colocado en el terror a la nación entera, pero que también la ciudadanía da muestras de estar harta ya de esta situación y que quiere cambiar con o sin Cárdenas o AMLO.
La izquierda, que debería enarbolar las causas ciudadanas evidentes, como la que se vive en estos momentos, está desperdigada, vapuleada por los rivales y puede apreciarse su situación en la agresión sufrida por Cárdenas, que hasta ahora no se sabe si fueron enviados especiales, provocadores o la misma confusión de la gente.
Si López Obrador continúa con sus sueños electorales, llegado el momento, le sucederá lo mismo.