Margarito Escudero Luis
Parece un plan perfectamente orquestado. Violencia en espacios pequeños, evitando que se desborde, golpes a dos tres ciudadanos, que de ahí no pase.
Provocaciones mínimas para provocar una gran reacción y así tener el pretexto para actuar en grande.
Pero de tan simple que parece el plan, nadie se lo traga. Ahora, cada manifestante sabe que puede ser provocado, que no puede confiar en el encapuchado de al lado y que debe estar dispuesto a defenderse, en caso de ser agredido.
Y, ante esa exhibición tan grotesca, no queda más que recurrir al cinismo. El dolor que causan lo toletazos debe ser insoportable, pero más humillante es cuando el golpe viene de un funcionario que cobra de los impuestos de todos, que se supone es un empleado público.
Es mucha la provocación por parte de todos los bandos que se disputan quién sabe qué en este país. Cada bando está dispuesto a dejar su cuota de dolor, de golpes y golpeados, a cambio de no se sabe qué. ¿A cambio de que perdure la impunidad?
El discurso de la igualdad entre los mexicanos queda destruido ante tanta evidencia de división que existe en la sociedad mexicana. Definitivamente no somos iguales; hay clases, sectores, mentalidades diferentes, egos distintos y suposiciones de que unos están por encima de otros.
No somos iguales. Esa es la verdad, hay quienes se sienten dueños de todo, hay quienes sienten que su pobreza es un castigo de Dios. Hay quienes creen que tienen el derecho de humillar a otros y lo peor, es que hay individuos que sienten que su destino es ser humillados.
No somos iguales. Y la diferencia está en los valores que nos inculcaron en casa, los que sean, puede ser que a alguien le dijeron que nació para mandar y, aunque no sepa hacerlo, buscará colocarse en una posición de mando.
Otros más fueron enseñados que el que no transa no avanza y que debe de pasar por quien sea y cuando sea para poder alcanzar sus objetivos.
A muchos les enseñaron la idea del trabajo y la superación constante. Y en ese terreno se mueven, bajo la cultura del esfuerzo cotidiano, pero deben superar los grandes obstáculos que les impondrán aquellos que nacieron para mandar, según sus creencias.
Lo grave, es que en las calles de cualquier ciudad del país pueden verse enfrentamientos de personas que se sienten diferentes entre sí, pero que finalmente son mexicanos, hijos de una misma patria que se trenzan en una guerra para alcanzar algo que nadie podrá tener, porque el provocador de esa guerra, está fuera, esperando que la sociedad quede tan debilitada, que no pueda defender lo que ellos, los de fuera, vendrán a llevarse.
En ese momento estamos, a punto de un enfrentamiento de todos contra todos, cada bando creyendo que defienden lo justo, dispuestos a golpear, lastimar, herir a todo aquel que no piense igual
Terrible situación, momento provocado desde años atrás, reforzado con un sinfín de mentiras contadas desde la cúpula más alta de la Nación y que ahora, cuando la verdad aparece, o por lo menos, cuando queda evidencia del montón de mentiras, la indignación se apodera de la gente que en algún momento creyó en la palabra de aquellos a quienes elegía.
Terrible situación que en el mundo entero, la imagen del país sea tan violenta, tan diferente a la que pintaron los nuevos gobernantes, y que de igual forma, comiencen a formarse bandos de apoyo.
Habrá ciudadanos que defiendan la postura oficial, habrá quienes se regocijen con las amenazas presidenciales, muchos más, llevarán la contraria, serán los más lastimados, ya que irán a la calle en busca de una justicia que se ha negado durante años.
Y sin más armas que la idea de lograr una nación justa. Mientras que el otro bando, actuará con toda la fuerza que la ley le da.
Así las cosas, habrá también quien interprete las palabras del presidente como “vía libre” para actuar y la barbarie se acentuará.
De pronto se acordaron que tienen presidente.