Manuel Zepeda Ramos
Virtudes. Cuatro son las Virtudes Cardinales. De la Cultura Griega vienen. Platón las enumeró: Justicia, Templanza, Prudencia y Fortaleza. Para Platón, la Justicia es la virtud fundante y preservante. Quien comprenda la justicia, dice Platón, podrá conseguir las otras tres. Cuando alguien posee todas, es la justicia la que las mantiene juntas.
La prudencia viene del ejercicio de la razón. La Fortaleza de ejercer las emociones. La templanza está relacionada con la sobriedad o moderación de carácter.
Una persona con templanza reacciona de manera equilibrada: goza de un considerable control sobre sus emociones y es capaz de dominar sus impulsos.
La Atenas Veracruzana, hoy remembrando sus raíces helénicas adquiridas por voluntad propia y el General Jara construyendo un estadio a modo, pone el toque adecuado en los Juegos Centro Americanos y del caribe.
Al fin reminiscencia griega, las Virtudes Cardinales están eternamente exhibidas en el Parque Juárez de la capital veracruzana para quien las quiera ver, representadas e interpretadas por los artistas de la época.
Hoy me acuerdo de Grecia y la Atenas y Platón y las Virtudes Cardinales, porque quien manda en nuestro país debe de tenerlas muy en cuenta para domar un potro cerrero y mañoso, producto de nuestra propia historia de desigualdades como la de todos los países de la tierra que construyen su propia historia, pero que quiere dar un golpe de timón definitivo para tener un rumbo nuevo y claro en donde las desigualdades sean superadas porque habremos de tener un cambio al mediano plazo en donde los pobres sean cada vez menos pobres, con oportunidades claras de formación para enfrentar los retos que el mundo actual de la globalización impone.
Las reformas estructurales del Estado Mexicano, debidamente aprobadas en un amplio ejercicio democrático de muchos meses, eso contemplan y eso pretenden en los próximos 20 años, que es como se deben planear los cambios de raíz, sin retroceso, que una nación necesita.
Así lo veo y así lo quiero, porque pienso en el futuro de México que incluye el futuro de los míos.
El Congreso de la Unión dispuso; pero vino el diablo y todo lo descompuso.
De repente, como un hechizo de la bruja mala, el mundo entero hablaba de la tragedia que a todos nos entristece y molesta y ofende, el Presidente de la República incluido. Es tragedia que nunca habrá de olvidarse porque lacera profundamente el alma nacional. Se va a resolver.
Parecería que Iguala fuera el pretexto ideal, perverso y enfermo, para revertir avances de los últimos dos años nunca vistos desde el Constituyente de Querétaro.
La acción mediática en las grandes alturas del planeta Tierra en que vivimos, que aparece apabullante y escandalosamente provocativa para México, también se mueve a billetazos.
Me llama la atención el artículo de antier de José Carreño Carlón. Cita a un analista lúcido cuyo nombre no retengo, que compara las agresiones mediáticas a Obama y Peña Nieto, a partir de reformas hechas o enunciadas. Son reformas, dice el analista, que lesionan intereses muy fuertes de los poderosos. Y los poderosos actúan en consecuencia.
Las reformas en comunicaciones, energética, fiscal y educativa de nuestro país, están dejando damnificados que antes no lo eran porque su principal responsabilidad era no pagar impuestos, operar comunicaciones sin restricción alguna, medrar con la formación de los niños mexicanos que deberían ser el futuro de la Nación pero no es así porque ya iniciamos el recorrido hacia los treinta años de generaciones perdidas por el simple hecho de protestar y nunca trabajar.
Esa es la real acechanza de los perjudicados con las reformas, que toman de bandera el acto diabólico de Iguala, vergonzosamente de pretexto, para bandalizar como lo hemos visto.
Afortunadamente, las quemas y desmanes han sido rechazados tácitamente por el resto de la población nacional en porcentajes significativos e importantes.
El desfile del 20 de noviembre se suspendió ¡Qué bueno! era la ocasión pintada de calva para provocar como lo saben hacer en la búsqueda de un mártir involuntario.
El presidente regresó de su periplo. Era importante que fuera. Son foros en donde se define el futuro planetario y el futuro nacional no puede estar ausente, con todo el dolor a cuestas.
Su retorno debe marcar el inicio de la reforma que falta y todos esperamos: la Judicial, que implica transparencia e impunidad, que implica la creación de un verdadero Estado de Derecho.
Es la Justicia, Virtud Cardinal; y es la principal.
Su óptima impartición para beneficio de todos, el funcionamiento de la barandilla y los ministerios públicos, la defensoría del pueblo tan necesaria en la impartición de justicia para los que menos tienen, entre muchos otros temas, son los que habrán de dilucidarse.
Ya empezó con el ejemplo. Hace pública su declaración patrimonial. A ver quiénes lo secundan.
Los Ministros de la Suprema Corte, los Magistrados de la misma, los Jueces Federales, los Secretarios de estado, los Diputados, los Senadores y los Gobernadores, son mano.
Las Cuatro Virtudes Cardinales de los griegos, deben ser instrumento de trabajo cotidiano y acompañantes, siempre, del Presidente de la República. Y de los servidores públicos.
¡Vamos México!