Margarito Escudero Luis
Ya muchas personas comienzan a cuestionar el actuar de las autoridades en asuntos de planeación, de visualización de situaciones a futuro.
Recalcan que en utilización de los recursos con que cuenta la región, no son utilizados para llevar beneficio a la sociedad y que, estamos dependiendo de empresas trasnacionales y pronto, en el área de servicios, estaremos en las manos de extranjeros.
Es alarmante que, siendo Coatzacoalcos una isla rodeada de humedales, que da nombre el gran río que desemboca en el Golfo de México y que es rodeada por otro afluente llamado Calzadas, tenga que padecer por la falta de agua.
Sin duda se trata de una falta de visión y de planeación de las inversiones estatales o, tal vez, de una deliberada acción para que vengan otros de tierras lejanas, a resolvernos el problema.
Deberíamos estar alerta ante una posible privatización del agua que consumimos, pues no es descabellada la idea de que en un futuro no lejano, recibamos la factura por consumo de agua, con el logotipo de la coca cola o de alguna otra compañía refresquera.
Prefieren los funcionarios aparecer ante la opinión pública como incompetentes, antes que enfrentar las atroces decisiones que se están tomando en la cúpula política de México.
Así hicieron con Pemex. Dejaron que la empresa más rentable del país apareciera como defectuosa, con pérdidas, simularon la casi quiebra de la paraestatal, para poder tener argumentos y permitir la entrada del capital extranjero.
Y ahora, ante un problema que la población ve como relativamente fácil de resolver, se ha empantanado, ya la población aprecia que se trata de una falta de voluntad del gobernante para no resolverlo y mantener a la población en la incertidumbre.
Pero no se trata de dejar a la gente sin agua, eso solamente es parte de un plan. No se gana nada dejando a la ciudad sin el líquido, no gana nada provocando el enojo de los campesinos de Tatahuicapan, al contrario, quedan mal por una supuesta falta de capacidad para resolver el conflicto.
Pereciera que el enojo de los pobladores de la sierra le vino como anillo al dedo. Dejan crecer el problema, encarecen el servicio con el pretexto del incremento en el gasto de energía eléctrica, como si la CFE no consumiera agua y no se pudiera hacer un convenio.
ENCARECER EL SERVICIO
En fin. Que salen con medidas casi “lógicas” pero no soportan el más sencillo de los análisis; justo en este momento en que el país está en una crisis de gobernabilidad, que el gobierno está en su más severa etapa de credibilidad, que el pueblo ya no acepta más atole con el dedo.
El tema de la privatización del agua no es nuevo, ya el jefe de gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera hizo una propuesta para la privatización del servicio de agua potable, al impulsar una ley que descentraliza el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex) y le permite concesionar rubros hasta ahora reservados a ese organismo, como la construcción de plantas potabilizadoras, el tratamiento de aguas residuales, la detección y recuperación por fugas y la instalación de medidores.
Esta información se publicó el 22 de mayo del presente año en la revista Proceso y se trata de la Ley de Agua y Sustentabilidad Hídrica de la Ciudad de México (LAS), en fase de revisión en la Consejería Jurídica y de Servicios Legales del GDF antes de ser enviada al Legislativo.
El director general del Sacmex, Ramón Aguirre, dijo que la iniciativa cuenta con el consenso de todos los grupos políticos de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) y que es “inminente” su aprobación.
Investigadores de la UNAM y la UAM y activistas ambientales alertan sobre los riesgos que acarrearía aprobarla: Aumento de tarifas, incumplimiento de contratos, maltrato a ciudadanos, incapacidad de reclamo legal, cortes del servicio, mala calidad del líquido y falta de transparencia, entre otros.
Así que ya hay un antecedente. Debe haber más, sólo falta que se apruebe la ley en el DF, para que en cascada, el gobierno entregue en bandeja de plata, los recursos hídricos a empresas privadas.
Es que resulta ilógico, fuera de lo normal, que una región que, literalmente, nada en agua, esté padeciendo por la falta del líquido.
Qué otra explicación podría tener el no permitir solucionar un problema que está creciendo, que enardece a la población, que se les puede salir de las manos, como pudo verse el pasado jueves y que se corre el riesgo de n enfrentamiento entre ciudadanos por el agua.
Están jugando con fuego.