23 de Noviembre de 2024

Revelaciones: El sesgo sexista de la elección

Margarito Escudero Luis

Pareciera que el concepto de ‘democracia’ puede ser entendido según la capacidad o interés de quien la interpreta e incluir elementos sexistas para aparecer luego como un adalid de la igualdad de género, lo que finalmente viene siendo una discriminación hacia terceros directamente involucrados.

 

En la elección interna del Partido Acción Nacional (PAN), ocurrió algo que parece inaudito en un partido que se jacta de ser democrático y el único que había dado muestras de ello.

Pero, con el pretexto de cumplir con la llamada “equidad de género”, cayeron en la imposición, evitando que los militantes votaran con libertad.

Es decir, para la votación por los aspirantes a la candidatura plurinominal, al momento en que se les entregaba la boleta, se explicaba al votante que debía escoger dos hombres y una mujer o dos mujeres y un hombre.

Si el votante no lo hacía así y escogía sólo a mujeres o únicamente hombres, ese voto se consideraba nulo.  

¿Y el libre albedrío del votante?, ¿y la libertad de expresión? ¿Y el convencimiento que los aspirantes hicieron durante la campaña? ¿Dónde quedan todos esos elementos que son esenciales para que la democracia sea efectivamente democracia?

Además se convirtió en una elección sexista, pues los militantes panistas tuvieron que elegir a sus candidatos, en función de si son hombres o mujeres y no por las capacidades demostradas, las propuestas ofrecidas o un plan de trabajo presentado donde el votante vea que es acorde a sus intereses.

La nueva Ley electoral tiene un hueco enorme que debería ser cubierto con razones de fondo, que fomente la preparación, la capacitación y que pondere las capacidades de liderazgo de quienes aspiran a un cargo público y no solamente puedan acceder a él por su condición de género.

Los votantes tienen la obligación (teóricamente) de elegir a quien más elementos aporte para el beneficio social, para eso estamos constituidos en una sociedad democrática (teóricamente) y, en ese sentido, no importa si el candidato sea hombre o mujer.

LA REALIDAD

Aunque ya en la realidad, en este momento, los legisladores gozan de un desprestigio enorme, la gente los ve con desconfianza, la mayoría es producto de imposiciones y llegan a la Cámara con compromisos preestablecidos, entregados al proyecto gubernamental.

A pesar de eso, insistimos en que el voto es, hasta el momento, el arma más poderosa con que cuenta el ciudadano y que, no ejercerlo favorece a un determinado grupo.

Desafortunadamente, la preparación ciudadana en temas electorales no es la deseada. Permeada la sociedad por una aplastante imagen de corrupción, prefieren votar por más de los mismo, pues así aseguran que seguirán igual y no peor, si es que se puede estar peor.

Las promesas son el plato principal que sirven los candidatos y los partidos cuando están en campaña.

Así, hemos escuchado una y otra vez, que en cuanto llegue al cargo, cualquier candidato, a alcalde, diputado, senador, gobernador o presidente de la República, su preocupación será la generación de empleos. ¿Y?

Otra promesa es luchar contra la corrupción, cuando están metidos hasta el cuello en la misma.

Hospitales, medicinas, escuelas, atención a discapacitados, atención a mujeres, a madres solteras, a personas de la tercera edad, apoyos al campo, a emprendedores… en fin, un rosario de temas que se escuchan en cada proceso electoral y seguimos en las mismas.

Y ahora debemos sumar el enfoque sexista que se le da a la elección con la cuota para cumplir con el tema de la “equidad de Género”.

Quiere decir que, en este momento, es más importante la cantidad de mujeres y hombres que la calidad en sus cualidades como seres humanos.

Algunos (y algunas) dirán que estamos dando un sesgo misógino al tema, pero nada de eso. Es de brindar respeto y admiración a las mujeres luchadoras, trabajadoras y comprometidas con la causa social y merecen el apoyo de todos para alcanzar las metas que se persiguen.

 

Pero si queremos de verdad cambiar la situación del país, el compromiso debe ser de todos los mexicanos, en conjunto, solidarios, en función del interés de la comunidad y en ese quehacer, ser hombre o mujer es secundario.