Desesperación y hartazgo
Margarito Escudero Luis
La siembra de terror entre la sociedad camina y, mientras más cerca está la fecha de la jornada electoral, los muertos son más y sus muertes cada vez más crueles y escandalosas.
Lo ocurrido en un antro de homosexuales en la capital del estado, donde unos tipos entraron disparando “a lo loco”, sin tener un objetivo, donde fallecieron cinco personas y dejó 12 heridos más, sumándolo a otra masacre ocurrida en otro antro en Orizaba, habla de un plan coordinado.
Por si fuera poco, cinco cuerpos brutalmente desmembrados fueron encontrados la madrugada de este martes cerca de Córdoba y no debemos dejar de mencionar el teatro derrumbado en Coatzacoalcos, armado mal por elementos de la Fuerza Civil, queriendo involucrar a ciudadanos que horas antes habían sido sacados por la fuerza de sus domicilios.
Los dueños de bares recientemente asesinados, tres taxistas levantados y que sus compañeros se movilizaron rápidamente bloqueando del puente Coatza Uno, apareciendo unas horas después, debidamente golpeados y amenazados. También amenazas a familiares que se atreven a denunciar, evidenciando a la corporación mencionada como la autora de los levantones sufridos por sus parientes.
Triste el panorama en todo el estado, pues se deben añadir las protestas sociales, las inquietudes de los ciudadanos serranos que reclaman el cumplimiento de pactos con el gobierno.
Aún más, una guerra sucia promovida para atacar e intentar bajar de las preferencias populares a candidatos que se han ganado la confianza de la gente en esta etapa de campañas, donde los suspirantes oficiales no han podido remontar la cuesta que les dejaran sus antecesores.
Pero esa guerra de lodo no llega al objetivo, no cala en el electorado, es una técnica demasiado gastada, no creíble e indignante.
Porque mientras en unas casas de campaña no hay recursos para pagar el combustible o algo de propaganda que logre mostrar al candidato, en donde hay recurso este se derrocha para hablar mal del rival peligroso antes que potenciar al candidato propio.
La mayoría de los candidatos esperan una votación copiosa, cada quien la espera para sí mismo, pero ese es un secreto que la sociedad lo dará a conocer el día de la elección; sin embargo, hay empresarios que suponen un comportamiento igual al de elecciones anteriores, en el que sólo participó menos de la mitad del padrón electoral.
Conforme pasa el tiempo y la fecha se acerca, más chispas saca lo que queda de la campaña, pero algunos equipos de campaña prefieren gastar energías hablando mal de otros candidatos, lo que habla mal del propio.
El tiempo de las propuestas, del diálogo, de las ideas, del debate, se terminó, ahora y a pesar de las encuestas “hechizas”, vale más la denostación, la ofensa, la injuria, en un intento desesperado por restarle simpatías a ciertos candidatos.
Lamentable, pero hay una reacción a eso, la gente no se traga con facilidad esa patraña, ya pone en duda, cuestiona y observa, pues de pronto se escucha y se lee en la mayoría de los medios de comunicación que el candidato va en la punta de la contienda, ¿entonces por qué esa reacción tan visceral en contra de un rival en específico?
Tal vez sea miedo, desesperación, porque no se trata de una precaución para poder robarle unos cuantos votos.
Lo realmente peligroso de este juego, es que si así es el preámbulo, entonces el día de la jornada electoral puede ser más intenso si el rival muestra verdaderas simpatías, quienes quieren conservar el poder a como dé lugar pueden recurrir a métodos más violentos, que pongan en riesgo no sólo la validez de la elección, sino la integridad de las personas que, de buena voluntad, salgan a cumplir con su papel en este juego democrático.
Peco de pesimismo, pero hay indicios de un gran hartazgo social y desesperación oficial, una fórmula verdaderamente peligrosa.
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