Sociedad desorganizada
Margarito Escudero Luis
Definitivamente hay muchas cosas que cambiar en varios aspectos de la sociedad, de la política, del sistema que nos rige.
Cambiar a fondo, porque muchas ya no funcionan, otras se han oxidado por no utilizarse.
El sistema se ha deteriorado, anquilosado y, quienes lo representan no pueden aceptar que la sociedad está en otra etapa, mientras las acciones de gobierno se quedaron atrás.
No es la primera vez que sucede algo así en nuestro país, ha sucedido muchas veces en todos los países, a lo largo de la Historia.
Lo malo es que nadie hasta el momento, ha logrado entender que su tiempo terminó y si lo entienden, se aferran al poder de forma desesperada.
Cada vez que una nación alcanza ese nivel de deterioro, aparecen los militares en las calles, golpeando a ciudadanos desarmados que exigen un cambio en la política.
¿Por qué no entienden que el fin llegó? No hay duda que grandes intereses y privilegios son difíciles de dejar.
Pero hasta el momento, la rueda de la Historia no se ha detenido, el ritual se cumple y todos los sistemas políticos llegan a su fin.
Estamos por cumplir 106 años del inicio de una batalla popular que protagonizó el pueblo mexicano, de ahí surgió un nuevo orden de cosas que permitió a la mayoría de la gente, a tener mejores condiciones de vida.
Pero, desde el inicio de ese orden, ya traía marcada su fecha de caducidad, lo que ocurrió hace muchos años.
Porque en México ocurre un fenómeno muy raro, el pueblo es lentísimo para darse cuenta que lo están fregando, luego tarda mucho tiempo para organizarse y después es indeciso para actuar.
Desde 1968 México dio muestras de necesitar un cambio, ante la movilización popular, el gobierno responde con macanazos. Desde entonces, la protesta no se ha detenido, ni el deterioro del sistema.
LA LEY DEL GARROTE
Los métodos gubernamentales son idénticos siempre, hoy ante la movilización de diversos sectores como el de los maestros, ha respondido con macanazos, detenciones arbitrarias, intentando desprestigiar a quienes luchan por sus derechos.
Por otro lado, es necesario mencionar que la vía electoral nunca ha sido el vehículo necesario para lograr los cambios, pues a pesar de que en las urnas se haya manifestado la voluntad de cambio, toda la estructura de poder queda intacta, con sus armas y sus generales.
Basten dos ejemplos: el triunfo electoral de Francisco y Madero en 1910, quien poco tiempo después fue brutalmente asesinado.
El otro ejemplo ocurrió en Chile, en la década de los 70, cuando la Unidad Popular llevó al poder a Salvador Allende, para ser derrocado a través de un golpe militar.
En México tuvimos otra situación similar, guardando las proporciones; cuando Vicente Fox ganó la presidencia, pero nunca tuvo la intención de cambiar nada y dejó intacta la estructura de poder.
Hoy, la coyuntura se presenta nuevamente, con una idea más clara entre la gente de la necesidad de un cambio.
Pareciera que la vía electoral es la oportunidad, pero con las reglas del ogro que se pretende derrotar, utilizando la estructura del poder que se niega y teniendo de su lado todos los cuerpos de represión que no dudará en utilizar si el peligro en su contra aumenta.
Y lo enfrenta más el deseo de cambio, pero sin un pueblo debidamente organizado ni consciente de la realidad histórica del país.
Es decir que una vez más estamos ante la posibilidad de una “bola”, armada o no, como ocurrió en la guerra civil revolucionaria de México.
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