Mantener la confusión
Margarito Escudero Luis
Mantener confundida a la población, en la ignorancia, lejos del entendimiento de las cosas del poder, es siempre la misión de quien llega a un cargo público o sindical, sin el deseo de trabajar en favor de la gente que vota o de sus agremiados.
Así ha sucedido cuando quienes dirigen no están siendo honestos, sólo juegan a su favor y siempre con la ventaja.
Así ocurre en la mayoría de sindicatos, en las empresas, donde se avocan a aislar a los agremiados unos y a sus empleados, los otros.
Más grave sería en el orden de la función pública, donde los sometidos serán los ciudadanos, a quienes se les enreda cualquier trámite con tal de hacer aparecer al funcionario como alguien que desempeña las labores más difíciles.
La confusión del ciudadano está en todos lados, el juego por el próximo cargo es de todos los días y entre más lejos de la verdad esté la gente, mejor para los intereses del dirigente o el alcalde o el diputado, o gobernador, o presidente.
Ante una sociedad poco y mal informada, el rumor cae en terreno fértil, cualquier mentira es creíble y su difusión es segura.
Ese es el escenario en que actuamos todos los días, y si no buscamos información fidedigna, no tendenciosa, viviremos por siempre engañados.
Una visión clara de los entramados políticos del país, es difícil de obtener si no hay acceso a los pequeños detalles, a las partes más sutiles, que quedan expuestas en este mar de oscuridad en que nos mete la gente del poder.
PEDIR TRANSPARENCIA
Por eso se pide transparencia, publicación exacta del manejo de los recursos, que se sepa en qué se gasta el dinero del pueblo.
Porque hacer política en este tiempo, es sinónimo de hacer grandes y jugosos negocios, con dinero que no le pertenece al funcionario, pero como la gente no ve y no sabe, puede suponer que así son las cosas.
Paradigma difícil de romper, sobre todo cuando van incorporándose jóvenes, ciudadanos de nueva generación, que creen en eso que llaman política y que esa será su carrera si siguen los pasos del funcionario al que acuerpan.
Se pide transparencia y el funcionarato se hace el occiso, se inventan dependencias para auditar el actuar del funcionario y éstas terminan siendo cooptadas por un sistema que está diseñado para no rendir cuentas.
Sin embargo, es notorio que el sistema se agotó, métodos gastados, políticos anquilosados, técnicas arcaicas que empiezan a mostrar su desfase ante una sociedad que comienza a exigir resultados, a tomar la ley en mano propia, a protestar por decisiones de gobierno que considera equivocadas o de plano lesivas para el ciudadano común.
Y cuando la sociedad desinformada comienza a moverse, el caos es inevitable, el rumor socavaría la endeble organización y las leyes estarían a favor del gobierno que se transforma en enemigo del pueblo.
Y en ese caos, el gobierno hará valer su poder por la fuerza, a golpes, con rumores para desacreditar al movimiento social y a sus líderes.
Es el ladrón que grita: “Atrapen al ladrón” y todos volvemos la vista, mientras el ladrón se esconde tranquilamente. Es lo que en este momento ocurre con el profesor señalado de robar libros y lavar dinero.
Ya hay quienes exigen que el líder magisterial demuestre su inocencia.
Por eso digo, entre más desinformados estemos, seguiremos peleando entre nosotros, mientras el ladrón se pitorrea.
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