24 de Noviembre de 2024

¿Qué influye en la radicalización de terroristas?

Mauricio Meschoulam

 

Se calcula que unos 35 mil individuos de distintos países han dejado sus hogares para sumarse a las filas de ISIS en Siria e Irak. Cientos han regresado a sus lugares de origen y podrían tener planes de cometer atentados. Otros, sin jamás haber pisado suelo sirio o iraquí, responden a la convocatoria de ISIS a perpetrar ataques en casa. Muchas otras personas cometen atentados sin necesariamente actuar ante el llamado de una organización. Unos planean sus ataques durante años. Otros simplemente se levantan una mañana y clavan un cuchillo a algún transeúnte elegido al azar. Así que, hasta que no comprendamos qué hay en común entre estas personas, de perfiles tan diversos, y empecemos a pensar en alternativas para revertir o parar sus procesos de radicalización, la violencia terrorista seguirá creciendo.

Algunos estudios se preguntan si quienes optan por el terrorismo proceden de estratos socioeconómicos desfavorecidos. Otros se dirigen mucho más hacia la psicología individual o la psicología organizacional. Otros se van hacia temas internacionales. De modo que no hay una única respuesta. Según el Índice Global de Terrorismo, en países de la OCDE el terrorismo sí se correlaciona con factores socioeconómicos; en cambio, en otros países donde se comete la gran mayoría de atentados como Irak o Siria, el terrorismo más bien se correlaciona con conflictos armados, violencia patrocinada por el Estado, o corrupción. En ambos grupos de países, el terrorismo se correlaciona con factores como la falta de respeto a Derechos Humanos, o la inestabilidad política. Moghaddam, por su parte, argumenta que lo importante no es la realidad material que rodea al individuo, sino cómo ese individuo percibe a esos factores.

La ecuación entonces tendría que estar compuesta por algunos o todos estos elementos: (1) Factores sociales, económicos y/o políticos, (2) Factores internacionales, como conflictos armados e inestabilidad en vastas regiones del planeta, (3) El proceso individual a través del cual se construye la percepción de la persona sobre esas condiciones materiales en lo local y global, (4) La interacción de esa persona con miembros de alguna organización o red terrorista, o con reclutadores, o bien con amistades y/o seguidores de esa organización, o simplemente adherentes de determinada ideología o movimiento no organizado —un proceso que puede darse de manera presencial, o bien, como hoy lo vemos, de manera virtual, a través de redes sociales, blogs o páginas en internet, (5) La influencia de determinados líderes de esa organización o ideología en la persona, (6) La cohesión organizacional que puede generarse en determinados casos, y al final (7) La percepción de que un atentado violento es un deber moral que da sentido a la vida del atacante.

¿Cómo se detiene o revierte ese proceso? No hay, obviamente, respuestas claras. Los puntos anteriores son tan sólo algunas de las claves en las que, de manera integral, nuestras sociedades tendrían que trabajar colaborativamente para idear estrategias de corto, mediano y largo plazo y así, quizá, comenzar a cambiar o al menos incidir en las tendencias ascendentes de la violencia terrorista a nivel global.

Twitter: @maurimm