Élmer Mendoza
No todos lo saben, pero los pensamientos tienen días especiales, quizá horas, poseen palabras únicas, quizá oraciones, y cuando es domingo, pueden tener una poeta como Minerva Margarita Villarreal, que nació en Nuevo León, México, en 1957, y es autora de “Las maneras del agua”, libro que la hizo acreedora al Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2016. Nada menos, el codiciado premio de mayor tradición en Latinoamérica y que lo han recibido los poetas más emblemáticos de nuestro país.
Quien gana este premio puede hablar con Dios o con el diablo, según elija. Minerva habla de Teresa de Cepeda y Ahumada, de Teresa de Jesús, de Teresa de Ávila y con Santa Teresa, la poeta del siglo XVI que discutía con Dios y le llamaba tan fuerte la atención que cuando no lo ponía en aprietos lo ponía en su sitio.
“Obra con unidad de tono e intensidad sostenida”, exaltó el jurado constituido por Francisco Hernández, Christian Peña y Armando González Torres, tres poetas de voces originales y reconocidas. Estoy de acuerdo con que es un tono sostenido, pero es un tono propio del desierto; “en la inmensidad de Icamole/ cuando más amo el desierto”, confiesa Margarita y fija un territorio que contribuye al tono de sus poemas, que se puede representar con un viento suave y paisajístico que apenas mueve los chamizos, que minutos después evoluciona hasta una ventisca desquiciante y mortal poblada de lagartos azules. La parte de las laudes induce a experimentar este galope de los sueños: “Un coralillo avanza si a Dios temo Si a Dios temo el terror me esclaviza Las puertas del castillo se abren si a Dios amo y el diamante de amor al fondo suelta la parva de gorriones que se eleva.” Un poema trepidante y sísmico que en el libro tiene acompañantes que usted puede sentir mientras se peina.
La poesía de Minerva Margarita Villarreal es un canto que sacude el corazón, una burbuja que traspasa espinas. Su intensidad es agua que fluye sobre piedras y hay un ritmo múltiple que está más allá de la palabra. Los versos gravitan, vuelan águila suave o en picada y abren brechas imaginarias que no tienen correspondencia salvo en los sueños que se rompen lo mismo que monstruosidades nocturnas. Percibo una serie de contemplaciones multidireccionales. La poeta compone a partir de su relación íntima con Santa Teresa, una mujer que es pensamiento, ejemplo y pundonor, escribe también a partir de sí misma, de esa parte de ella que es vibración pura, cadencia y palabra que se va. Porque el desierto arrebata, porque el norte educa para vencer y cabalgar por espejismos donde se desayuna a cualquier hora. “Porque la vida no se explica sino sumándola hacia atrás”, dice Antonio Lucas, y veo a la mexicana en intensa conversación con la española como si estuvieran comiendo ceviche.
“El agua es calma el agua está loca… el agua es hembra… el agua te lame el agua te abraza”, escribe la autora pulsando “Las maneras del agua” en una atmósfera de claridad. En otro verso el agua sube el agua baja y piporrea con el intenso poder de ilusionista que es posible encontrar en cada poema, porque el agua es femenina, se tiñe el pelo y es verdad y es engaño a la vez. El agua es todos los espejos. Y la poeta mira sus creencias con detenimiento y dice: “Dios por mis labios/ dentro de mis labios”, y no puedo dejar de pensar en la fuerza del control de unos labios de los que salen todas las historias, como esa donde “El cielo exhaló un frío lavanda”, o esa otra donde propone “que la blancura arranque suplicios”, o la hermosa imbricación donde “el ciervo puede soñar por los ojos de un caballo”, y el caballo es el Alazán y el Rosillo y una historia de la sensualidad. Leo estos poemas y deseo que el mundo tenga una casa grande donde la “Tersa Teresa” pueda comer su pan con mermelada de albaricoque, pueda conocer el desierto donde una mujer que se le parece le sirve una cena almibarada.
“Las maneras del agua” fue publicado por El Fondo de Cultura Económica, el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura y el Instituto Cultural de Aguascalientes en abril de 2016, en México. Ya dije que el premio es una garantía de poesía de alto nivel; sin embargo, no puedo dejar de mencionar que Minerva Margarita Villarreal tiene una sólida trayectoria como poeta y editora, y que el encuentro con su libro será una fascinante celebración en donde verán que tanto Teresa como Minerva son buenas para el baile y la cocina. La pasarán súper, se los prometo.