3 de Octubre de 2024

Revelaciones

Buscar la organización ciudadana

Margarito Escudero Luis

Los bloqueos carreteros se han vuelto recurrentes, fastidiosos, afectan a aquellas personas que creen nada tener que ver en el conflicto y satanizan a quienes, ya sin elementos para ser escuchados por las autoridades, recurren a la última instancia para que los funcionarios de hasta arriba, se dignen a volver la vista hacia ellos.

Pero, cuando se trató de un pequeño grupo, lo ignoraron, minimizaron, lo enlodaron y hasta lo criminalizaron, pero conscientes de su lucha por defender lo justo, ese pequeño grupo fue creciendo, tiene más representación en el país y, a pesar de sus muertos, sus heridos, sus presos políticos, sus despedidos injustamente, continúan en esa lucha que cada vez tiene más adeptos.

En este momento, no hay nada que pueda detener la lucha de los maestros mexicanos contra la mal llamada reforma educativa que, de ser aceptada afectaría no solamente a los maestros, sino a los mismos estudiantes y a los padres de familia.

Poco a poco, el mensaje va cayendo en el ánimo de más ciudadanos, cada vez son más las personas que aceptan la lucha magisterial y se suman o simplemente lo aprueban.

Las condiciones en general de la sociedad mexicana se han visto tan deterioradas, que ahora luchar se está convirtiendo en la opción viable, para muchos el valor les hace falta, pero la idea ya está incubándose en esas mentes y llegará el momento en que no tendrán otra posibilidad, solo actuar de común acuerdo con las mayorías.

50 millones de pobres son muy difícil de mantenerlos quietos, el futbol y las telenovelas no quitan el hambre, la soledad y la angustia cotidiana no pueden ser eternas.

PERDER EL PISO

Pero también en las élites de poder, confiaron mucho en la sumisión de las mayorías, en que su aparato de alienación no se gastaría y de pronto ven cómo se cuestiona su poder y su riqueza exagerada, mientras millones de personas viven en el desamparo.

La injusticia legalizada permitió que unas pocas personas (pocas en comparación con la gran mayoría) acapararan la mayor parte de la riqueza nacional, permitieron el acceso al poder de un grupo de políticos que atienden órdenes desde el extranjero y que, a cambio de su bienestar personal y familiar, traicionaron a su Patria y a sus propios orígenes.

Pero nada es para siempre, más tarde o más temprano, habría que dar cuentas, de revisar a fondo el sistema que los empoderó y, desde la ignorancia, la marginación, la desesperación, comienzan a ver que la lucha organizada, como la que han emprendido los maestros, es el camino.

Sin embargo, la falta de preparación y sobre todo de organización, hace que cualquier movimiento incipiente sea fácilmente cooptado, infiltrado, debilitándolo desde el principio.

La necesidad de recursos hace presa fácil a muchos y no se dan cuenta que, de esa forma, prolongan su sufrimiento.

Las movilizaciones masivas deben tener una reglamentación interna muy fuerte, severa, para evitar provocaciones y la entrada de provocadores y agitadores, la disciplina férrea y todos, conscientes de su lucha, deberán respetar ese reglamento.

No hay otra forma de avanzar, sino a través de la participación de cada individuo en un grupo masivo, respetando la reglamentación interna y dispuesto al sacrificio por la causa, tal como lo están haciendo los profesores, quienes dan en este momento histórico, su mejor lección.

VANIDADES

Es necesario mencionar que en cada avance logrado, no faltan los padres del éxito, personajes con alto grado de vanidad, que llegan a creer que, si no estuvieran ellos, no se hubiera avanzado.

Son los puntos flacos del contingente, donde al ser detectados por el enemigo, se les ofrecen dádivas o les aseguran que son los salvadores del movimiento, que deben ser tomados en cuenta y exigir a los líderes su cuota de poder.

Pobres mentes fáciles de ser manipuladas, se vuelven contra sus compañeros, traicionan y, si no se les detiene, son capaces de destruir todo lo avanzado.

Están en todas partes y son los que sirven de pretexto para desacreditar la lucha.

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