Por Guillermo Ruiz de Teresa
(Coordinador general de Puertos y Marina Mercante)
Hace unos días estuve platicando con varios amigos periodistas. Durante la conversación surgió un debate sobre si hay un problema en las acciones del gobierno o en su comunicación. Les referiré algunos puntos.
En los casi cuatro años del gobierno del presidente Peña Nieto hemos visto cómo el país se ha transformado; se lograron cambios que parecían imposibles y aunque sus resultados tardarán más de lo que algunos quisieran, sin duda serán positivos para México. Se han creado en esta administración más empleos y de mejor calidad que en los dos sexenios anteriores y somos una de las economías más sólidas de la región. Sin embargo, la percepción general es que las cosas no están bien.
No podemos dejar de reconocer que esa mala percepción la alimentan nuestras fallas, el desgaste de un gobierno que hace cosas y afecta intereses, los medios y una lucha política donde vale incluso la mentira.
Y esto viene a cuento sobre todo por la reciente promulgación del Sistema Nacional Anticorrupción, que sin duda es un paso muy importante en dirección a un país mejor organizado y transparente.
Sin embargo, parece que todo quedó en la Ley 3de3, donde los medios reportan que fue el PRI quien se opuso a ella, cuando en realidad se aprobó sólo con la excepción de hacer públicos algunos datos personales que por otro lado se reportan anualmente.
Un senador independiente propuso esta modificación que fue votada y aceptada por todos los partidos, pero finalmente, vía los medios, se vendió en el imaginario colectivo que solo el PRI se había opuesto a ello y que la propuesta inicial del PAN para que el sector privado también hiciera ese reporte, pareciera una “venganza” priísta, cuando ni siquiera fue su propuesta.
Esto me hizo pensar en Aníbal, general cartaginés, quien siendo senador promovió reformas que afectaron privilegios de la oligarquía, la que finalmente lo traicionó. ¿Le estará pasando eso al presidente Peña?
Regreso al Sistema Nacional Anticorrupción que tiene modificaciones y adecuaciones a varias leyes, que permitirán controlar mejor el uso de recursos públicos; no se trata de política o de estrategia electoral, mucho menos de un instrumento para la venganza, sino para la transparencia que nos merecemos todos los mexicanos.
Los tratos en las Cámaras no pueden proteger a los malos funcionarios o ciudadanos; pareciera que algunos partidos cambian votar a favor de algo, abstenerse o incluso salirse del salón, para que no se acuse a sus correligionarios de cosas que durante sus administraciones debieran, por lo menos, investigarse.
La democracia ha permitido que todos los partidos hayan tenido la oportunidad de gobernar ¿habrá alguien que tenga la autoridad moral para tirar la primera piedra?
Es necesario revisar lo que hacen los partidos políticos porque no hay partidos ajenos a estos actos y nadie debe dejar de lado la autocrítica y la autoevaluación.
Pero también aquí la comunicación juega un papel importante. La elección de Anaya, Barrales, López Obrador u Ochoa fue parecida de acuerdo con las particularidades de cada partido, sin embargo, algunos analistas destacan falta de democracia sólo en el PRI. ¿De verdad serán objetivos?
La buena y objetiva comunicación que busque la verdad y no sólo el rating estoy seguro que favorecerá percepciones más centradas que nos permitan ver el potencial de nuestro país y las grandes oportunidades que tenemos. Sin duda será lo mejor para México.
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