Enriqueta Cabrera
Donald Trump, es ya el candidato presidencial del Partido Republicano. Trump es el salvador de Estados Unidos, país en la oscuridad y “abandonado por sus líderes”, el de la verdad única, el que unirá y defenderá a los estadunidenses de todas las catástrofes y todos los peligros internos y externos, el que recuperará los empleos y el bienestar de la gente, el que unificará al país enfermo porque él es la única solución, el que pondrá a Estados Unidos primero, el que sabe cómo hacerlo y tiene grandes ideas aunque no las comprendan, en el que todos deben confiar, el que alimenta todos los odios raciales contra los inmigrantes en particular contra los mexicanos, el que construirá un gigantesco muro con México para evitar que pasen los criminales, el que combatirá el TLC con México, así como las exportaciones de China, el que defenderá que la gente esté armada, el que le dice a los estadunidenses “yo soy su voz”, yo soy la solución de todos los grandes problemas, el que impondrá la ley y el orden…
Trump, el que quiere ser presidente, pero combate al establishment, el que dice cosas políticamente incorrectas porque es “valiente” y no tiene que explicar nada, el que combate a sus opositores aplastándolos, el que no oye críticas porque lo sabe todo, el que incluso impone su plataforma política a los republicanos. Pero sobre todo ofrece al electorado estadunidense la solución de todos los problemas; ese es Trump en su discurso en la Convención del Partido Republicano que lo ungió como su candidato a la Presidencia. Trump es la verdad. Como lo afirma el editorial del New York Times, utiliza argumentos racistas contra Obama, recurre a los peores instintos, inventa chivos expiatorios, teorías de la conspiración, ataca violentamente a quienes no están de acuerdo con él.
Es cierto que en la carrera presidencial se agrandan los negativos y se ocultan los positivos por parte de los candidatos opositores. Pero el caso de Trump es un caso para la Sociología de nuestro tiempo. Un candidato que sabe apoyarse en todos los miedos, las incertidumbres, la falta de oportunidades, que despierta todos los odios y divide, polariza. Pero sobre todo es un caso nunca visto en Estados Unidos en el que el mismísimo Partido Republicano se juega no sólo la elección presidencial, el próximo noviembre, sino su futuro.
Donald Trump logró en la Convención Republicana convertir a Hillary Clinton en el principal factor de unión del Partido, no tenía otro. Sin grandes argumentos políticos, pero con mucho odio, la convirtió en objeto de la burla, de la mentira y sobre todo de la ira. Fue, sin duda, una táctica que le funcionó para unir a los republicanos divididos como nunca se les había visto. Lo ocurrido en Cleveland —donde incluso el gobernador republicano estuvo ausente de la Convención— es ejemplo de la división republicana que presagia una campaña sucia, de ataques, odios y miedos para manipular inseguridades y descontentos existentes.
Las grandes figuras del partido, que se acostumbra acompañan al candidato y hablan ante la Convención, estuvieron ausentes. Los discursos previos al de Trump fueron de sus familiares, su esposa y gente poco reconocida. No hubo grandes discursos que dejaran huella. El más importante fue el de la esposa de Trump, Melania, que resultó en su parte medular ser una copia del de Michelle Obama en 2008. Para cerrar, Donald Trump, feliz, ungido candidato, habló más de una hora.
En síntesis, y por lo que se vio en la Convención de Cleveland, la táctica de Trump es aterrorizar a los votantes para que lo apoyen porque él protegerá a la gente que ha sido abandonada, ignorada. Trump, dice, está decidido a darles una mejor vida, incluso busca atraer a los afroamericanos con ese discurso, porque necesita sus votos. Los inmigrantes indocumentados, latinos y mexicanos en particular, incluidas las familias, son para Trump la fuente principal de la violencia en las calles y del caos “de nuestras comunidades”. Apoyado por el Partido Republicano dice que construirá un muro en la frontera con México. Claro que no le interesa que las ciudades de la frontera, a uno y otro lado, lo rechacen.
Por si todo ello fuera poco, Trump afirmó que hará la guerra contra el terrorismo y que derrotará a ISIS, y que Estados Unidos dejará de ser una nación humillada en el exterior. Los musulmanes no podrán entrar a Estados Unidos si provienen de países en los que esté presente el terrorismo, dice.
La de Trump será una campaña del miedo. Para el Partido Republicano lo peor está por venir.