Una sociedad con armas
Margarito Escudero Luis
La trágica aventura que vivió el sábado 23 de julio, el empresario José Ortiz Domínguez, provocó una ola de indignación por el ataque, al mismo tiempo la mayoría de las personas coincidían en aceptar como justo el que hubiera repelido el ataque y abatido a uno de los delincuentes.
Ortiz Domínguez es una persona muy conocida en Minatitlán, “El flaco” Domínguez le dicen sus amigos y le reconocen su capacidad de trabajo, ya que siendo jubilado de Pemex continuó al frente de varias empresas, principalmente en el ramo de las llantas para autos.
Domínguez ya sobrevivió a un ataque similar, hace dos años sufrió un intento de secuestro, igualmente se defendió, disparó y fue herido de bala y vivió para contarlo.
El episodio del sábado fue más sangriento, pues los delincuentes se atrevieron a entrar en la casa de la víctima, y tal vez no se imaginaron cómo respondería, pues con la misma pistola que llevaba el supuesto ladrón, le disparó, luego de haber recibido un disparo en la pierna.
La defensa que hizo de su vida y la integridad de sus familiares, hizo que se realizaran comentarios en favor de adquirir armas, la gente quiere comprar armas, pero tienen miedo de que sea ilegal.
La falta de información es notoria en los comentarios de las personas interesadas que coinciden en la necesidad de contar con armas para defenderse de una delincuencia imparable y al parecer, imbatible, pero caer en la ilegalidad preocupa a los ciudadanos.
RESPETO A LA LEY
Es de hacer notar que las personas que viven de su trabajo y que desean la tranquilidad para la ciudad, aún están en el respeto por la ley, esa que en estos momentos no está operando en favor de los ciudadanos pacíficos; al contrario, parece que se usa para criminalizar a las víctimas, para defender a los delincuentes.
Surge en las redes sociales la información, el dato de que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) otorga permisos para tener un arma en casa e incluso para portarla y permite hasta cierto calibre, hablando únicamente de pistolas.
Sea como fuere, la gente ya está dispuesta a matar a quien se atreva a meterse en su casa, a quien ose intentar lastimarlos, defenderse ante el abandono de las autoridades, que no dan una para aprehender a los delincuentes, o no quieren hacerlo.
Es otra etapa de esta ola de castigo que permitió el gobierno para someter al ciudadano, una forma de provocar la inactividad social, sembrando el miedo y así poder actuar a sus anchas, torciendo la ley, aprobando reformas que atentan contra la soberanía nacional, saqueando las arcas estatales, en fin, una serie de tropelías que ningún funcionario electo por el pueblo, quiso detener.
Así que en esta ocasión, el hartazgo pasa a otra dimensión, de la apatía a la acción, a la toma de decisiones para cambiar el rumbo de las cosas, a arriesgar la vida que de todas formas está en riesgo, pues en cualquier minuto puede aparecer un delincuente disparando y matando gente inocente.
MUCHOS MUERTOS
Porque la ola de muertos y asesinados está en aumento, hasta seis difuntos en un día sin que se sepa quién los mató, los únicos datos siempre son: “un comando armado”, “huyeron en un auto de tal color” y nada más.
Llega la autoridad, acordona el lugar de los hechos, ataca a los periodistas, como si estos fueran a dilucidar el crimen, niegan datos para ayudar en la investigación con el pretexto de no entorpecer las investigaciones; toman fotos y se van.
Es la historia de cada vez que hay un asesinato. No hay prevención. A pesar de tantas corporaciones que patrullan la ciudad, cada vez hay más muertos.
Que tal vez tuvieron cuentan pendientes con algún poderoso capo, puede ser, pero los empleados de la sociedad deben trabajar para evitar estas masacres.
Ahí está el ejemplo de Ortiz Domínguez, se requiere voluntad, lo demás es cuestión de aprenderlo.
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