Repartiendo responsabilidades
Margarito Escudero Luis
Vienen tiempos de denuncias, aprehensiones y huidas espectaculares, así como de declaraciones fuertes de individuos que durante mucho tiempo permanecieron callados por conveniencia.
Llegan momentos de ruptura, venganzas, desquites y burlas y no se trata precisamente del karma que todo lo regresa.
Más bien es parte del arranque de un nuevo ciclo que no necesariamente indique un cambio real, de fondo y de forma y que finalmente quede en un cambio de siglas, colores y nombres.
La gente espera un cambio de verdad, se supone que quienes llegan están obligados a promover ese cambio para beneficio de toda la sociedad y no solamente para una parte de ella.
Lo cierto es que el escenario en que llegará el nuevo gobernante, se pinta muy complicado, transición difícil, con obstáculos dejados a propósito y otros como resultado de la misma situación.
Se espera que la gente en su conjunto entienda el momento, comprenda que la situación requiere (otra vez) de tomar decisiones dolorosas pero necesarias y que el cambio que tanto se anhela, tal vez no ocurra en los próximos dos años.
Desafortunadamente el conglomerado social no alcanza a participar en ese proceso y su único fin es que se les cumplan las promesas que se hicieron en campaña.
Entonces, el nuevo gobierno estará a dos fuegos; por un lado enfrentar las condiciones del Estado, con todo lo que eso significa y, por el otro, la insistencia popular del cambio.
Además, todos esperamos ver cómo son tratados los presupuestívoros, los medios de comunicación que mantuvieron estrecha relación con el gobierno saliente y sobre todo, los cientos de “aviadores” incrustados en todas las dependencias.
Así que nada pinta fácil para los que llegan, incluso para aquellos que creen que pueden llegar.
Porque ante tanta costumbre sobre la forma de manejarse de los políticos, muchas personas suponen que así son todos y los que llegan no pueden escapar de ese estigma, hasta que demuestren lo contrario.
De esa forma, lo único importante es que se cumplan las promesas y la forma como se haga no importa mucho.
Para la mayoría, el análisis profundo pasa de largo, la política es sucia y si eres político, también eres sucio. Así de fácil.
PARTICIPACIÓN
Sin embargo, en muy importante la participación ciudadana para obligar al político a rendir cuentas claras a la sociedad a que se debe.
La sociedad organizada, tiene el derecho de hacer valer el juramento que cada político hace el momento de tomar el cargo.
“Que la nación me lo demande” son palabras que deben recuperar el gran valor que tienen y dejar de ser sólo parte de la palabrería acostumbrada.
La ciudadanía también tiene obligaciones en cuanto al manejo del gobierno, su papel es de vigilancia y reclamo constante, sin caer en las trampas que el sistema ha impuesto para aparentar una comunidad organizada.
Pero esa participación ciudadana está muy lejos de existir, los problemas cotidianos, las responsabilidades en el trabajo y la familia y la creencia de contar con representantes en el gobierno, ha hecho que se caiga en la dejadez, lo que permitió a los políticos hacer lo que se les pegue su regalada gana.
Así que, si queremos que los políticos rindan buenas cuentas, los ciudadanos debemos asumir nuestras responsabilidades.
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