Ricardo Alemán
Peña Nieto: “¡Perro del mal!” y “¡Traidor a la patria!”
El tema de hoy en comederos políticos es la curiosidad, la duda y hasta el morbo colectivo por el formato del Informe presidencial.
¡Que si será un montaje…! ¡Que si los jóvenes serán adiestrados cual corderos a los que se ordena lo que deben pensar y preguntar...! ¡Que si es la respuesta de un presidente desesperado…!
Lo cierto es que no hay mucho que decir sobre un encuentro entre el Presidente y decenas de jóvenes a los que Peña Nieto responderá preguntas abiertas. ¿Y por qué no hay mucho que decir?
Porque a estas alturas del sexenio —al inicio del quinto año—, está claro que ha resultado exitosa la campaña de desprestigio del gobierno de Peña Nieto, al grado que todo lo que haga el Presidente, bueno, regular o malo, será demolido por la “legión de idiotas” que deambula detrás del moderno “comité de salud pública” de la dictadura de las redes sociales.
Es decir, que si la “legión de idiotas” decreta que Peña Nieto es “¡perro del mal!”, el pueblo bueno, el intelecto ilustrado y la prensa militante lanzarán rabiosas y babeantes tarascadas contra el mandatario hasta convencer “al respetable” de que, en efecto, Peña Nieto es “perro del mal”.
El mejor ejemplo es “el circo” mediático montado en torno al supuesto o real plagio de la tesis profesional de Peña Nieto, cuyo debate pretende ser elevado a “razón de Estado”, mientras el pueblo bueno, el intelecto ilustrado y la prensa militante solapan un verdadero crimen de Estado, como dejar sin escuela a millones de niños, por parte de la CNTE.
Y no, no se trata de ignorar señalamientos públicos —reales o falsos— sobre el Presidente. Sin duda toda presunta irregularidad debe ser sancionada por las instituciones correspondientes, según sea el caso.
Pero tampoco se puede ignorar —y menos solapar— que el gobierno de Peña Nieto y el propio Presidente han sido víctimas de una feroz campaña de odio y descrédito que busca colocar a sus adversarios como alternativa de poder —supuesta o real—, a partir de la premisa populista de que “la meta no es lo bueno, sino lo mejor”. Y lo mejor, claro, son “los buenos”.
Si dudan de la campaña de odio y descrédito lanzada contra Peña, basta echar una mirada a los autores intelectuales y materiales de escándalos engañabobos como la casa blanca, el “departamento de Miami”, además de la patraña monumental de que “Televisa impuso a Peña Nieto” en Los Pinos. Detrás de esas mentiras y engaños están los mismos que impulsaron “el plagio”.
Pero por pura casualidad, los autores intelectuales y promotores del odio contra Peña Nieto son los mismos que inventaron el cuento de “Los muertos de Calderón” y que “Calderón era un borracho”, entre otras patrañas como un supuesto “pacto de complicidad” entre Peña y Calderón. Y son los mismos que demolieron al gobierno de Vicente Fox.
En los tres casos, el objetivo era y es hacer creer a los ciudadanos que la mejor alternativa presidencial se llama AMLO; haya sido en 2012 y 2016 o sea en 2018.
Pero más allá de que hoy lo “políticamente correcto” es señalar a Peña Nieto como “perro del mal”, lo cuestionable es que los sembradores de odio se han convertido —al mismo tiempo— en solapadores de verdaderos crímenes de Estado.
¿Cuántos de los indignados por el supuesto o real plagio de Peña Nieto han cuestionado la complicidad de AMLO, del PRD, de Ricardo Anaya y no pocos gobiernos estatales en el crimen sin nombre y sin madre de la CNTE?
¿Cuántos de los que se escandalizan por la supuesta o real falta ética y moral de Peña Nieto —en cuanto a su tesis profesional— cuestionaron la inmoral y carente de ética 3de3 de AMLO?
¿Cuántos criticaron la farsa de los líderes de la CNTE, que por un lado cuestionan que los “maestros” dejen sin escuela a millones de niños y, por el otro, pagan escuelas privadas para sus hijos, con la consecuente condena de millones de niños pobres a la miseria y la ignorancia?
¿Cuantos han reparado en los vínculos de Morena y del PRD con el crimen organizado…?
Y de “perro del mal”, Peña Nieto pasará a “traidor a la patria” por cometer “el pecado” de reunirse con Donald Trump.
Odio y doble moral.
Al tiempo.