24 de Noviembre de 2024

Sobredosis de café

Ricardo Jiménez Santander

 

La marcha de la paz y la seguridad

 

“Mañana tal vez tengamos que sentarnos frente a nuestros hijos y decirles que fuimos derrotados. Pero no podremos mirarlos a los ojos y decirles que viven así porque no nos animamos a pelear” Gandhi.

El pasado sábado concurrieron a marchar muchos ciudadanos de Coatzacoalcos. El reclamo era exigir que regresara la paz y la seguridad a esta ciudad. Cabe señalar que se reunieron líderes empresariales, profesionistas, empleados, hombres, mujeres, niños, ancianos, personas de distintos credos, y representantes de muchos sectores de la ciudad.

Las marchas, por sí solas, no solucionan el problema que reclaman. En los días subsecuentes la violencia no desaparecera, quien crea lo contrario, está en un error. Sin embargo, es una demostración de que la sociedad tiene un hartazgo de la criminalidad existente, y que puede ser el principio de un movimiento para exigir a las autoridades que realicen el trabajo para las cuales fueron elegidas.

Las autoridades (tres niveles de gobierno) no pueden estar ausentes y omisas. Y como diría el clásico: “si no pueden, que renuncien”. Es su deber, procurar por la paz y la seguridad de la ciudadanía.

La marcha de la paz y la seguridad fue conceptualizada por los organizadores no como un fin último, sino como una serie de acciones que buscan regresar a Coatzacoalcos a su estado habitual. Existen una serie de actividades que se han realizado de forma colateral y que se seguiran realizando. La exigencia no deberá parar aquí, si no el esfuerzo será en vano.

Uno de los grandes retos de los organizadores era vencer la apatía y el temor de los pobladores a exigir. El ciudadano al final de la marcha, en su discurso, lo expresó correctamente: “no basta hablar de paz, hay que creer en ella, hay que trabajar para conseguirla”. Deberá de ser el motor de nuevos liderazgos, que trabajen en conseguir la paz y la seguridad anhelada.

Los que asistieron a la marcha, lamentablemente, se enteraron que algún amigo o pariente ha tenido que dejar la ciudad por alguna cuestión relacionada con la inseguridad o por el temor que existe. Sin embargo, los que estaban ahí, con su presencia exigían una ciudad en paz. El vivir en Coatzacoalcos no deberá ser considerado como un deporte extremo. Estos últimos días parece que vivimos rodeados de violencia, no nos debemos acostumbrar.

En un mundo donde todo es perfectible, la marcha permitió rescatar valores relacionados con el trabajo en equipo, respeto, tolerancia, unidad, libertad, solidaridad, paz, entre otros.

Desde un principio el mensaje fue claro: la marcha era por la Paz y la Seguridad, debería ser ordenada, respetuosa, silenciosa y apolítica. Quien trató de tergiversar el mensaje, en su consciencia queda.

Por último, reconocer que las autoridades locales y políticos entendieron que no se debían mezclar en la marcha, que era un acto ciudadano y un reclamo legítimo de protesta de la gente. Es urgente una actuación rápida y clara de todos los involucrados, ya que se estan perdiendo libertades y se están cerrando fuentes de trabajo. De qué les sirve que los políticos que los electores huyan a otras ciudades y estados.

Coatzacoalcos deberá ser una ciudad donde se respire paz, y no sea una ciudad fantasma.