Hillary, la guerra sucia
YURIRIA SIERRA
El pasquín sensacionalista National Enquirer retrató esta semana una mofa de la candidata demócrata Hillary Clinton. La guerra sucia, muy sucia, a todo lo que da en beneficio evidente al republicano Donald Trump. La portada se trata de una imagen de la ex secretaria de Estado, claramente trabajada en photoshop para hacerla ver cansada, de mayor edad, enferma. Curiosamente, ésta se publicó un día antes del desvanecimiento que Clinton sufrió en el evento conmemorativo del 9-11 en Nueva York, cuando tras un golpe de calor tuvo que retirarse de la famosa Zona Cero. Horas más tarde, se confirmaba que la candidata sufría un cuadro de neumonía, pero que para finales de esta semana, retomaría su agenda de inmediato.
Extraño es (por si hubiera quienes digan que lo publicado por el NE no tiene nada que ver con Trump), que al mismo tiempo apareció un video en donde se juntaron varios momentos de Clinton en donde tose y hace pausas para hablar. Trump salió a decir que espera que su rival política se recupere pronto. Se lava las manos, pero aprovecha este momento de debilidad de la demócrata. No es un tema nuevo. Si primero fue la misoginia, ahora a ésta el republicano le suma el estado de salud de Clinton. Por si faltaban motivos para la especulación en los mercados, pues por supuesto que esto está provocando nerviosismo, ahora la campaña estadunidense llega al que tal vez es su punto más álgido desde que inició.
En vísperas del primer debate, que se realizará el 26 de septiembre, Trump logró sobrevivir al episodio en Los Pinos, también al resto de los escándalos que lo han rodeado: el tema del plagio del discurso de su esposa, Melania, la renuncia de su jefe de campaña y el sinfín de declaraciones desafortunadas que se le han juntado durante estos meses. Y decimos que los asuntos de salud no son nuevos. En diciembre, la campaña de Trump se apresuró a publicar un parte médico que hoy sabemos fue escrito al aventón: “Intenté escribir cuatro o cinco líneas lo más rápido posible para que estuvieran contentos pero, con las prisas, creo que algunas de las palabras no salieron tal y como quería que salieran...”, dijo hace unos días Harold Bornstein, el médico encargado de redactar este diagnóstico de la salud del republicano y que concluyó diciendo que de ser electo, Trump sería el presidente más sano de la historia de Estados Unidos. Así, casual, “el más sano”, para que no se note la intención con el que fue escrito este certificado de salud.
Sin duda, en una contienda tan cerrada como desafortunadamente está siendo ésta, el tropiezo de salud de Clinton es aprovechado por el republicano, quien aunque de propia voz pide por su pronta recuperación, pone a sus operadores políticos a subrayar este asunto como una debilidad. ¿Puede una persona enferma ser presidenta de Estados Unidos?, es la pregunta que están sembrando para beneficiarse en las encuestas, qué importa que también en ello vaya un discurso lleno de mentiras. Y es que a la neumonía diagnosticada, la han acompañado, como se lee en la portada del National Enquirer, otras enfermedades como desmayos, Alzheimer y hasta ataques de ira. Todas, mentiras viles. ¿Qué otra cosa podríamos esperar de Trump? Pero ésa es la democracia: y no hay democracia que se precie de serlo en donde la guerra sucia no tenga lugar. El problema es que en la era de las redes sociales, la guerra sucia se vuelve “verdad revelada” a toda velocidad, y pararla o revertirla es casi una misión para magos, iniciados o alquimistas. Ojalá, pues, Hillary Clinton se recupere y vuelva a la campaña a la brevedad posible, y el debate pueda también imprecar a Trump por su salud... mental.