Roberto Sosa González
Un día más, las notas melodiosas del reloj despertador Sonny así me lo indican, bajo de mi colchón Sealy posturopédico y me coloco mis pantuflas chinelas sufflle, para no sentir la frialdad del piso de madera Armstrong de nogal.
Contemplo las fotos Panasonic que cuelgan de la pared y me recuerdan el pasado para tratar de olvidar el presente, pero un free printable motivational calendar me recuerda la fecha actual al igual que los días que figuran tachados; ya no hay pasado, solo queda el presente.
Hago la cama sacudiendo sábanas, colchas, edredones y almohadas Dkny, Luxury, Charter Club, Lit at home; con la cama hecha vuelvo a acostarme creando el nuevo futuro en mi imaginación mientras me despojo de Rimbros, mi ropa interior de camino al baño donde mi crema Colgate y mi cepillo Oral B 3D White, me esperan.
La máquina de afeitar Philips se encarga de la barba y el bigote luego de lo cual tomo mi jabón Dove men + Care y mi shampoo Palmolive Optims luminous repair, me espera un baño relajante y confortable con las primeras gotas que salen de mi regadera Kohler.
Luego de colocarme mi camisa Tommy Hilfiger, mis calcetines y pantalones Dockers, me pongo los Caterpillar que siento más cómodos que mis Flexi, para ingresar al comedor americano donde ya me espera un frugal desayuno elaborado en la estufa IEM, consistente en unos suculentos hot cakes acompañados de unos corn flakes.
A las puertas de la casa observo al señor de los cielos que ya me espera, mi amado carrillo; reviso el aire de las llantas Good Year Eagle del Sentra, los niveles del aceite Quaker State y el anticongelante Bardhall que se me derrama al escuchar el taconeo de unas zapatillas Alexander Mc Queen, Pumps o Lobster o Price Shoe que porta una rubia sensual de labios rojos, que enfundada en un vaporoso vestido de Roberto Verino o Molly Backen pasa cosiendo la calle con la discreta punzada de su andar dejando a su paso el tradicional aroma de Chanel número 5; está como Santa Elena expresa el viene-viene, miro y corrijo, como Santa Eduviges, buena por donde te fijes.
El timbre de mi celular Microsoft, rompe la concentración mientras concluyo la rutinaria tarea para ir a Hidrosina, las nuevas estaciones de servicio a llenar el tanque con combustible Shell.
Trabajar cuesta, pero sin duda alguna, cuesta más el no trabajar, por ello me afano en la diaria tarea que me facilita mi computadora HP y mi estilográfica Parker.
Las 14 horas, me recuerda que es tiempo de los sagrados alimentos, el menú, mojarra tailandesa, ñoqui, lasagna, chop suey, me inclino por unas carnes Hereford, New York o Sirlón, acompañado de una sopa campbells con una coca o una pepsi para el caso es lo mismo.
Los colores, olores y sabores me recuerdan que esta es una noche especial, de celebración para lo cual es necesario saborear una pizza con doble queso mozarella y abrir una de JB para un mejor disfrute, la televisión Sony me muestra las imágenes del presidente de México Enrique Peña Nieto, en el balcón central del Palacio nacional ondeando nuestra enseña tricolor mientras exclama: Viva Hidalgo, Viva Morelos, Vivan los héroes que nos dieron patria y libertad, la arenga me motiva, me inflama, salgo a la calle y doy una última fumada a mi Pall Mall mientras me sumo a la multitud que agitando banderines made in China festejan jubilosos con la Corona entre sus manos que ya dejó de ser nuestra, el olor de los hot dogs y las hamburguesas en el ambiente opaca las tres T de nuestra tradicional comida; tortas, tacos y tostadas, el fervor patrio, los cánticos me recuerdan las palabras del ex presidente Victoriano Huerta: Si no podemos hacer nada para cambiar el pasado, hagamos algo en el presente para cambiar el futuro, sin embargo, la pasión me alcanza, me aprisiona y me obliga a unirme en la vorágine del alborozo generalizado que intempestivamente me obliga a exclamar no muy convencido del todo: pues Viva México, qué caray.