Margarita Zavala
La sociedad mexicana llegó a las fiestas patrias de este año con el ánimo caído. Pero en medio de la indignación y la molestia, también tenemos motivos para celebrar a nuestro México. Uno de esos motivos son los atletas que nos representaron en los Juegos Paralímpicos de Río 2016, que concluyeron ayer. Al escribir estas líneas, nos habían regalado 15 medallas: 4 de oro, 2 de plata y 9 de bronce. Se unen a las otras 5 medallas de los Juegos Olímpicos de Río 2016.
Para nuestros atletas un agradecimiento. Pero necesitamos plantear fuertemente las propuestas para apoyarlos y obtener más medallas, así como el hecho de que no vuelvan a pasar errores que nos cuestan la participación en la competencia. Si hay tareas para el deporte olímpico las hay mucho más para el deporte adaptado. Empezando por el interés que le tenemos.
Todos sabemos que no se presta la misma atención a los juegos olímpicos que a los paralímpicos. Sin embargo, podremos encontrar más razones para estar orgullosos de esta otra manera de ver el reto humano en el deporte.
Cada participación significa largas jornadas de entrenamiento y dedicación, una disciplina personal para el día de la competencia final. Y por supuesto, representa enfrentarse en la vida, con dignidad y aplomo, a una enorme cantidad de comentarios que queriendo o no afectan a la persona: “no te vas a poder mover”, “no vas a llegar a nada, ni modo”, “acéptate y ya”, “mejor haz algo que no signifique moverse”, “no se puede”, y muchos pero muchos comentarios más que obstaculizan cualquier sueño.
Cada medalla en paralímpicos tiene detrás esa lucha diaria. Son lecciones para la familia, para los amigos, para todos nosotros. Nuestros deportistas en los paralímpicos son verdaderos atletas que enfrentan algo más que burocracia.
¿Qué podemos aprender de estas mujeres y hombres extraordinarios? A ser más creativos y encontrar una, dos, tres soluciones para superar cada obstáculo, cada límite, como ellos lo hacen a diario. Podemos aprender a ser más disciplinados, más constantes y dedicados. Podemos aprender también en sacar la fuerza de nuestra aparente debilidad, en transformar una situación adversa en fortaleza interna para salir adelante.
Ese es el México que no debemos olvidar. El México de Eduardo Ávila (oro en judo), de Amalia Pérez (oro en levantamiento de potencia), de Lenia Ruvalcaba (oro en judo), de Ángeles Ortiz (oro en lanzamiento de bala), y de todos los demás medallistas de Río 2016. No debemos olvidarnos que ese México existe. Ese es el país honesto, disciplinado, trabajador, solidario; es el país que también somos y que tenemos que celebrar.
Eduardo Ávila, fue claro: “mi objetivo en Río fue el oro y con esa mentalidad competí. No tuve descanso desde enero con fuertes entrenamientos y la motivación de mi familia y entrenadores salí adelante.” Ya había ganado oro en Beijing.
Amalia Pérez, llena de felicidad, agradeció con alegría y emoción a su familia, a sus amigos, y nos mandó a todos un grito de Viva México. Ella nos da medallas desde Sidney y es su tercera medalla de oro paralímpicos.
Lenia Ruvalcaba nos recordó que “…falta más cultura de la inclusión, me gustaría que seamos conscientes de que somos seres vulnerables, que por un accidente podemos ser personas con discapacidad”. Cada vez que uno de estos atletas triunfa nos recuerda lo mucho que perdemos como sociedad cuando no incluimos.
Ángeles Ortiz es una extraordinaria deportista y mexicana, que tuve el honor de verla ganar en Londres 2012, impuso récord. Tres son sus juegos paralímpicos con medallas. Desde su primer tiro ganó el oro. Ella nos recuerda la importancia de mirar a nuevos talentos, porque no parece que se estén buscando dentro del deporte adaptado.
Así que desde este espacio, felicito a los atletas paralímpicos y les doy las gracias por regalarnos la alegría y el orgullo de ser mexicanos.