Rubén Aguilar Valenzuela
El primer debate entre Hillary Clinton y Donald Trump despertó gran interés a nivel local e internacional. El análisis de este ejercicio tiene muchos ángulos de mirada y aquí sólo me centro en ver la estrategia que estructuró su participación.
En sus intervenciones se vio que los dos dedicaron muchos días a la preparación de su comparecencia. Es evidente el trabajo de los asesores y también la disciplina de los candidatos, para ceñirse al guión acordado con sus equipos.
Los dos tenían claro el personaje que debían representar. Clinton la política responsable y serena con experiencia y conocimiento de la gestión pública. Trump el triunfador antisistema, el capaz de hacer a un lado a los políticos tradicionales.
La estrategia de Clinton giró en torno a dos puntos: proponer y descalificar. A las preguntas del moderador respondió con las propuestas que pondría en marcha de llegar a la presidencia de su país.
Sus 30 años de experiencia en la política, como funcionaria y congresista, le han dado un gran conocimiento de los problemas internacionales, de su país y de los programas y proyectos que es posible poner en la práctica.
En sus intervenciones también dedicó tiempo, para descalificar a su contrincante como empresario (ha quebrado en seis ocasiones), por su falta de claridad y transparencia (no ha publicado su declaración fiscal), su misoginia y racismo, entre otras cosas.
La estrategia de Trump se centró en dos puntos: prometer y criticar. A las preguntas del moderador respondió haciendo promesas, nunca propuestas, que haría realidad, no dice cómo, si llega a la Presidencia.
Finca su dicho en afirmar, una y otra vez, que es un empresario exitoso, de empuje y carácter y que con esa experiencia, sin más, puede llevar al país a la gloria que tuvo en otro tiempo.
En sus intervenciones constantemente criticó a su contrincante por dedicarse a la política. Los males de Estados Unidos son producto de la pésima actuación de los políticos profesionales como ella a la que siempre llamó secretaria.
En el debate vimos a dos candidatos bien asesorados donde cada uno hizo el papel que le correspondía en el marco de su estrategia. En esa lógica los dos lo hicieron bien. Ninguno de los dos se salió de su papel. Eso en independencia de que uno pueda gustar más que otro.
Las encuestas dicen que para la mayoría Clinton gana el primer debate, de manera amplia, y lo pierde Trump. Coincido con esa valoración. Ella se manejó bien en el evento e hizo valer lo que es. Trump fue lo que es. No tiene más que ofrecer.
Está probado que el resultado de los debates no modifican la decisión previa de los simpatizantes de los contendientes. Donde puede influir es en el voto de los indecisos. En las próximas encuestas sabremos si eso ocurrió o los números siguen igual.