Mirar Morir
Ricardo Jiménez Santander
El 26 de septiembre serían dos años de la masacre de los estudiantes de la normal Isidro Burgos de Ayotzinapa en Guerrero. En la cual perdieron la vida seis estudiantes, 43 desaparecidos y un estudiante herido y en estado vegetativo.
Netflix, dentro de su catálogo muestra el documental Mirar Morir. Interesante documental donde narra la participación del Ejército y la Policía en el asesinato, y la posterior manipulación de la información para integrar la verdad histórica del hecho. Presentando la opinión de organismos de Derechos Humanos (CNDH y Human Right Watch) y del GIEI (Grupo Independiente de Expertos Independientes) para el caso de Ayotzinapa.
El documental muestra el grado de descomposición existente en el Pentágono de la Amapola, formado por dos quintas partes del territorio guerrerense; en muchos pueblos de esa zona se cultivan el 42% de los opiáceos (goma de amapola) del país (Universal: Pentágono de la Amapola). En donde Iguala se convierte la principal población que sirve como punto de partida para el envío de la droga a Estados Unidos.
Mirar Morir documenta la infiltración del crimen organizado en los gobiernos municipales, las policías y la armada de esa zona.
La investigación de la PGR inculpa a la autoridad municipal y a la policía municipal. El presidente municipal de Iguala y su esposa, José Luis Abarca y María de los Ángeles Pineda (acusada de lavar dinero) son ligados a un grupo delincuencial. El móvil oficial refiere a que los estudiantes son secuestrados y desaparecidos por la policía municipal y entregados a un cártel de las drogas, por que se dirigían a “causar problemas” a un evento de la esposa del presidente de Iguala (ligado políticamente a AMLO y al gobernador de Guerrero); los estudiantes entregados fueron incinerados en un basurero público. Esta es la verdad histórica del gobierno.
El documental señala que pudieron ser otras las causas. Se cree que los miembros de la Normal secuestraron varios camiones para asistir a la marcha del 2 de octubre (los miembros de esa normal están ideológicamente alineados a la izquierda), y que pudieron haber secuestrado el autobús equivocado, que estuviera “preparado” para el trasiego de la goma. La verdad “no oficial” señala que el Ejército y la Policía Federal pudieron evitar la masacre y no protegieron a los estudiantes (El Economista, 9 septiembre 2015). Es decir, los dejaron morir. No queda clara la participación activa del Ejército en el hecho.
En la narrativa oficial, habla de cuatro autobuses secuestrados, pero de acuerdo a la información expuesta por los expertos independientes (GIEI), señalan la existencia de un quinto autobús, que se supone fue la causa de la desaparición.
El documental tal vez deja más preguntas que respuestas, no es concluyente, busca despertar la curiosidad para investigar más.
Lo que queda claro, tal como lo menciona el NYT en su editorial del 27 de abril de 2016, México huye de la verdad en el caso Ayotzinapa, y habla de autoridades judiciales corruptas e ineficientes, quienes obtuvieron información a través de sobornos y torturas, cubriendo las huellas del crimen. Y señala: “el gobierno mexicano no tiene la voluntad política de reformar las instituciones judiciales. Tampoco la crueldad con la que trata a sus ciudadanos”.