25 de Noviembre de 2024

POLIANTEA

La corrupción envenenó a las instituciones

Rubén Pabello Rojas

Charles Louis de Secodant, Barón de Montesquieu, en su obra “El espíritu de las leyes”, inspirado en el filósofo inglés John Locke, plantea la división de poderes en un sistema de pesos y contrapesos que equilibren el ejercicio del poder público, donde cada uno sirva de freno al abuso del otro.

El orden constitucional crea las instituciones, es el gran referente y sostén de la vida de un estado nacional democrático, como se conoce en la actualidad. Cuando este se rompe, las consecuencias son absolutamente predecibles, y es obvio, se altera el funcionamiento de la sociedad a la que debe regir.

Xalapa, la otrora orgullosa Atenas Veracruzana, significada capital del estado de Veracruz, padece ahora ese quebranto del orden público derivado del debilitamiento de sus instituciones. No hay orden ni político ni administrativo, todo el que quiera puede hacer lo que quiera.

Y es que el gobierno se ha debilitado de tal manera que no tiene la capacidad de hacer valer el tan deseado Estado de Derecho, que lamentablemente se encuentra perdido, por causas múltiples, pero que incuestionablemente tiene que ver con el aflojamiento institucional derivado de una inmensa corrupción que se traduce en ineficacia en la atención de los negocios públicos requeridos por esa sociedad civil cada vez mas aporreada e indefensa. La economía xalapeña es frágil y depende fundamentalmente de los ingresos por desempeño laboral y burocrático en el estado, municipio y universidad.

La comunidad que no recibe el pago de sus prestaciones laborales completas o puntuales, que no cuenta con sus pensiones en forma completa y oportuna; comerciantes, industriales, constructores e innumerables acreedores de deudas contraídas por el estado, que no reciben el justo pago de bienes o servicios contratados por el gobierno, van enrareciendo la atmósfera social y provocan reacciones cada vez más enconadas y hasta violentas.

¿Cuál es la causa?, que no razón, la respuesta es cruda y decepcionante, la corrupción en todo su esplendor. ¿Por qué el gobierno no paga a sus múltiples acreedores, desesperados demandantes? ¿Dónde está el dinero del presupuesto aprobado por la Cámara de Diputados? ¿Dónde están los organismos institucionales encargados de verificar la aplicación correcta de los fondos públicos? Y aún hay más, mucho más, como diría el clásico popular.

Xalapa, aquella, la antigua Sultana del Macuiltepetl, la Ciudad de las Flores a la que cantaron los poetas del romanticismo de finales del XIX y principios del XX, la misma que es reconocida históricamente como bastión liberal en la reforma y simpatizante enjundiosa de la causa iniciada en 1910, esa prócer capital veracruzana, hoy se encuentra sitiada, estrangulada, no se puede entrar ni salir de la ciudad, la población está incomunicada.

La razón, ¿razón?, mejor dicho la causa, el origen nefasto del problema es que el gobierno no paga, no cumple con sus obligaciones, hace sufrir a sus gobernados; no cumple con el mandato constitucional elevado a deber jurado solemnemente de cumplir y hacer cumplir la Constitución de la República, ley suprema de la Nación.

Dónde perdieron los ciudadanos sus derechos fundamentales, constitucionales o humanos o de la naturaleza que sean. Y dónde están los Planes de Desarrollo, prolijamente elaborados, cuidadosamente analizados pomposamente puestos en vigor en ceremonias pregonadas con estridentes fanfarrias. Planes de desarrollo que son más inútiles que la carabina del célebre Ambrosio. Planes de desarrollo que nunca se evalúan y que la ciudadanía sabe de su estridente anuncio pero nunca sabe cuáles fueron sus beneficios. La UV, tan solícita en su actual elaboración, debería exigir su evaluación y cumplimiento no solamente como un acto que mucho pareciera de conveniencia política al margen de sus sagrados deberes académicos.

Los xalapeños, los buenos xalapeños, están dolidos y están enojados, otros gobiernos históricamente siempre se preocuparon por su desenvolvimiento, como se decía antes, Moral Cívico y Material. Nombre de las juntas creadas por aquel siempre bien recordado gobernador del estado que llegó a ser presidente de la República, Don Adolfo Ruiz Cortines. Por supuesto no caer en trasnochadas posturas admiradoras del pasado sin entender la evolución de las sociedades, pero de ese entendido a justificar o conformarse con la desgracia cotidiana que se vive es otra cosa.

Hoy irritación social y lamentos crecientes. El modelo de un estado democrático como es Veracruz también está integrado por los Poderes Legislativo y Judicial. También esos dos poderes tienen participación en el proceso institucional. En el sistema de pesos y contrapesos de Montesquieu también los otros poderes tienen responsabilidades y la corrupción también puede alcanzarlos.

Habrá que ver qué hacen las organizaciones civiles para el rescate de todo, todo lo perdido, de la ausencia de moral pública que, poco a poco se fue tragando la indiferencia y tolerancia a esa corrupción que se volvió institucional y que tan amargos desechos deja para toda la antes pujante y pionera entidad veracruzana, hoy tan disminuida en el contexto nacional.

Xalapa, los buenos xalapeños, especie casi en extinción, sufren y padecen hoy, irritados e inconformes este episodio increíble, resultado de la mala fe y baja catadura de los responsables.