Las mechas encendidas
Margarito Escudero Luis
La sociedad mexicana está en una situación muy delicada, la tranquilidad de la gente es frágil, dígase lo que se diga, las personas están llegando al límite al ver cómo se deshace el futuro en un rato, luego de haber planeado, soñado con un porvenir en mejores consecuencias.
Pareciera que en lugar de avanzar, quienes debieran ser los líderes de esta comunidad, se han encargado de entorpecer el camino de la gente hacia un futuro mejor, negando el acceso por igual a todos los mexicanos a un estilo de vida mejor, respetando las costumbres y tradiciones que nos dieron origen.
Pero aún, esos presuntos líderes fueron rebasados por otro poder que no está contemplado en nuestras leyes, poder que se asienta a base de fuerza y terror, a base de muertos, secuestros y drogas y ni siquiera hacen el intento de erradicarlo, someterlo al imperio de la ley que se comprometieron a hacer valer.
Hoy los reclamos de la gente son cada vez más virulentos, ese temor que se le tenía a la autoridad y que se disfrazaba de respeto, se está terminando, las burlas y las exigencias son más en cantidad ante la falta de resultados que logren devolver la tranquilidad a la gente de todos los estratos sociales.
Ese es el reclamo de la gente, sólo pide TRANQUILIDAD, paz y, en medio de eso, la economía volvería a avanzar, los empleos funcionarían, las tiendas venderían, el turismo vendría, el progreso nuevamente haría mover a México de manera positiva y no como nos lo vendió el actual gobierno.
INTERESES CUPULARES
Pero todo indica que ese anhelo está aún muy lejos de ser realidad. Pues una condición de intranquilidad social, de miedo inducido a la ciudadanía, es benéfico para algún grupo de poder, por eso se promueve la violencia, el secuestro, la extorsión, los robos, asaltos y todos los crímenes que se soltaron cuando se abrió esta caja de pandora, en aras de insertarnos en la modernidad, el concierto mundial, eso que llamamos “globalización” y que no terminamos de asimilar.
Porque esta debacle comenzó cuando nos dijeron que estábamos listos para competir en las grandes ligas, que un tratado de libre comercio con los tigres del comercio mundial, nos ayudaría a mejorar las condiciones de México, pero hasta la fecha seguimos siendo unos gatitos para ello.
De hecho, los únicos beneficiados en ese tratado, fueron los funcionarios que tenían información privilegiada y sus amigos y familiares, porque hasta la fecha, los empresarios que se forjaron en estas tierras, están viendo cómo llegan las empresas extranjeras a llevarse las ganancias y ellos se quejan de bajas ventas.
Ni siquiera la formación de mano de obra calificada ha tenido el éxito que se anunció, miles de jóvenes siguen egresando de las universidades y no encuentran trabajo, a estas alturas están dispuestos a trabajar “en lo que sea” con tal de contar con un ingreso.
Entonces la panacea oficial que tanto aplaudieron los empresarios locales, fue la inversión extranjera. Y vinieron las trasnacionales a ofrecer muchos empleos mal pagados, con condiciones de trabajo esclavizantes, con sueldos que apenas alcanzan para que el trabajador pueda alimentarse.
Eso es lo que el gobierno ha permitido, destruyendo paulatinamente las instituciones que conformaban el aparato de poder, hasta convertir al estado en una caricatura que no se merece el respeto de los propios mexicanos.
Todas esas acciones negativas de la clase gobernante han causado una fractura social, han destruido los planes, sueños e ilusiones de millones de mexicanos, han provocado miedo primero, enojo después y ahora debemos prepararnos para algo peor en la búsqueda por recuperar los medios con que contaba la sociedad para permitirse competir entre sí, avanzar, alcanzando mejores niveles de vida, como vino sucediendo en la época dorada del PRI y que ahora el mismo se niega.
“De la chispa nacerá el incendio”, un refrán lleno de verdad y las mechas están encendidas.
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