1 de Octubre de 2024

Mitos y Leyendas

El héroe desconocido

 

Juan Antonio Valencia

 

No están ustedes para saberlo ni yo para contarlo mis estimados, pero en el marco de los festejos de una escaramuza ocurrida el 18 de octubre de 1863 en Cosoleacaque; salieron a relucir como todos los años, versiones que contrarrestan el mito genial del general indígena Martín Alor “El Lancero”, un personaje mitológico al que se le adjudica como hazaña, el haber encabezado supuestamente el liderazgo de cientos de indígenas de lengua popolucas, que contribuyeron de forma definitiva a la derrota de una fracción del ejército francés, en el arroyo de Totoapan, en Cosoleacaque, Veracruz.

La existencia de Martín Alor es tácitamente negada en diversos estudios que hacen antropólogos, historiadores y escritores, pero en el más reciente libro titulado “La guerra de intervención francesa en el sur del sotavento veracruzano”, se justifica por qué no se le menciona.

En esta obra escrita en años recientes por el doctor en antropología, Miguel Ángel Cruz Bencomo, en donde se narra detalladamente la citada epopeya, no se hace mención alguna del supuesto héroe natural de Cosoleacaque.

El autor del libro sostuvo que no precisamente es que esté negando la existencia de la persona conocida como “Martín el lancero” sino que se omite mención alguna debido a que no aparece en ningún relato histórico en donde se reseña la batalla del 18 de octubre de 1863.

Sostienen especialistas que Martín Alor es un mito creado de forma alusiva al evento, a finales de la década de los años 70 durante el gobierno de Rafael Hernández Ochoa, pero que este nunca existió. Otros cronistas e historiadores como René Reséndiz Nolasco, aseguran que “El Lancero” es solo un mito.

El cronista de Minatitlán, Renato Palemón Vázquez Chagoya, afirma convencido que no existen datos ni documentos que prueben la existencia de Martín el Lancero en la batalla de Totoapan.

En un documento denominado El Combate de Totoapan, del autor Florentino Cruz Martínez, se analiza la existencia de Martín el Lancero y en la parroquia de Chinameca, en donde se registraban los nacimientos de aquella época, se procedió a la búsqueda de la Fe de Bautizo del personaje y solo se registran tres personas de nombre Martín con los con los apellidos González, Alor y Martínez, pero entre 1820 y 1843, lo que concluye el investigador, que sería demasiado viejo para la fecha en que se desarrolló el combate, en donde se dijo muy posteriormente, que Martín tenía 17 años.

 

TESTIMONIO

Carlos Fortier Herrera, hijo de mexicana y soldado francés, quien nació en Minatitlán en 1879, 16 años después del combate, sostuvo en una entrevista celebrada el 17 de octubre de1963 con el redactor del periódico La Opinión de Minatitlán, Adán Cruz Piñón, que conoció a Martín González; “fue un joven que participó en la disputa por la pieza de artillería, librada en el fondo del barranco del arroyo Totoapan por el pelotón de artilleros franceses”.

En el fragor de la contienda relata que clavó su rústica lanza en el pecho del artillero francés y montado en una mula del regimiento extranjero, arrastró el cañón con el cual el teniente Ross y el sargento Vidal dieron fuego al enemigo.

“Martín sobrevivió al combate de Totoapan y residió por muchos años en el céntrico barrio primero. Por su acción significativa empezó a ser conocido como Martín “El Lancero” y en correspondencia a su gesto, el Ayuntamiento local le otorgaba una pensión mensual de 30 pesos”.

En los actos conmemorativos del combate celebrados hacia 1888, se pasaba lista de presente a Martín González y más de 30 sobrevivientes. Esto se dijo en la nota publicada el 18 de octubre de 1963, cien años después de la batalla.

En una reciente investigación realizada por este autor en la ciudad de Cosoleacaque, no se encontró ningún descendiente del valiente indígena en tercera o cuarta generación, ni una lápida en el antiguo panteón que señale la existencia del mito genial, solo se encontraron “secretos” divulgados de tatarabuelos, cuyos ancianos bisnietos reseñan que en tiempos antiguos no se sabía de Martín el Lancero.

Se pudo conocer que la batalla de Totoapan en realidad solo fue una emboscada, y que esta no tenía calidad de batalla, puesto que los soldados mexicanos optaron por todo tipo de ventaja, y esto diluyó la calidad de una batalla.

Debido a la emboscada y a la ventaja en que actuaron los soldados locales, fueron asesinados 51 soldados franceses, dos de ellos de origen mexicano conocidos como conservadores. Fueron hechos prisioneros 18 conservadores a los que se les fusiló. Se señala en el informe, que el botín de guerra fue de 65 fusiles, 15 mosquetones, 11 espadas, tres cajas de municiones, dos cajas de artillería, 19 caballos y nueve mulas que fueron entregados al general García.

A los soldados franceses que murieron en la emboscada se les despojó de sus ropas y pertenencias personales, dejándolos totalmente desnudos, presumiéndose que esto lo realizaron lugareños y ocurrió horas después que el Ejército mexicano abandonó el lugar. Este Ejército atacó con 300 soldados, mientras los franceses enfrentaron la emboscada con 200 elementos, para finalmente dar retirada rumbo a Minatitlán.

Los datos señalan que la “aparición” de Martín el Lancero fue en épocas recientes (mediados de 1970) que primero lo idearon como Martín González “el Lancero” y le adjudicaron que con un lazo despojó a los franceses de un cañón, lo que significó la victoria de los mexicanos.

En los hechos reales inscritos en el Archivo Histórico de la Nación, se asienta que fue el teniente Manuel Rosso con sus granaderos del batallón “Zaragoza” quienes se apoderaron del cañón que yacía en el fondo de una cañada, en el camino viejo Minatitlán-Cosoleacaque.

Que junto con el sargento Pedro Vidal abrieron fuego con el cañón causando bajas a los franceses y matando al teniente coronel Duboscq, oficial de la Legión Extranjera en México, esto propició la retirada de los franceses, cuando estos huían fueron atacados por 300 indígenas que siguieron a los sobrevivientes hasta Tacoteno en el municipio de Minatitlán. En el mismo campo de batalla, tanto el teniente Manuel Rosso como el sargento Pedro Vidal, fueron ascendidos a capitán primero y teniente, respectivamente.

Sería obvio comprender que si ese hecho histórico fuese de la autoría del joven Martín González o Alor, el Ejército lo habría condecorado inmediatamente y de forma merecida y sus descendientes fueran en la actualidad figuras públicas con amplio reconocimiento.

Necesariamente la tumba del héroe estaría localizable y en consecuencia de la existencia de este caudillo se llevaría a cabo en ese lugar los honores correspondientes cada año.

En contraparte, el mítico Martín González, Martínez o Alor, nunca es mencionado en la escaramuza, asalto u emboscada. Los nativos indígenas de Cosoleacaque, los más longevos, consideran que es falsa la historia de Martín el Lancero y la atribuyen a políticos como un mito de atracción que nunca les ha logrado convencer, a pesar de la costosa y abrumadora publicidad que se le ha hecho.

 

Cuentan testigos una anécdota en tiempos modernos, que cuando un conocido historiador llegó a la presidencia municipal de Cosoleacaque y estuvo frente al alcalde de apellido Alor, para afinar los detalles de la historia e inmortalizar el mito de Martín González o Martínez “El Lancero”; pregunta, -Señor presidente, ¿y qué apellido se le pondrá a Martín para armar la historia? De inmediato el alcalde respondió -¡se apellidaba Alor!