24 de Febrero de 2025

EN TERCERA PERSONA

SHEINBAUM, EL PUENTE DE ALVARADO Y LOS ENREDOS DE LA MEMORIA

HÉCTOR DE MAULEÓN

Bernal Díaz del Castillo afirma que fue un soldado llamado Fulano de Ocampo quien inventó la patraña de que el sanguinario Pedro de Alvarado había saltado el puente de los Toltecas, durante la huida conocida como la Noche Triste, apoyado en una pica.

En un libelo infamatorio que Fulano de Ocampo difundió entre los soldados, el supuesto salto de Alvarado no era una proeza, sino un acto de cobardía: De Ocampo acusaba al capitán de haber dejado atrás a Juan Velázquez de León y a 200 hombres y de haber pegado el salto “por escaparse”.

Según Bernal Díaz, durante la huida nadie pudo haber visto si Alvarado “saltaba poco o mucho”, porque los conquistadores se hallaban muy ocupados intentando salvar sus propias vidas.

La crónica de Bernal es fundamental porque indica que la acequia donde habría ocurrido el salto era muy ancha y profunda, lo que hacía imposible que Alvarado hubiese podido saltarla “por muy más suelto que era”, pero sobre todo porque revela que en todo el año que siguió a la Noche Triste nadie escuchó hablar nunca de aquel salto.

“Nunca oí decir deste salto de Alvarado hasta después de ganado México”, escribió Díaz del Castillo. Sin embargo, tras la caída de Tenochtitlan, cuando Fulano de Ocampo difundió su libelo, muchos soldados “platicábamos sobre ello”, relata el conquistador.

Esto significa que desde 1522 el tramo de la calzada México-Tacuba en que se hallaba “la triste puente” de la Noche Triste fue conocido con el nombre que lleva hasta hoy: Puente de Alvarado.

¿Podríamos decir que eso la convierte en la primera calle renombrada por los españoles, y es por lo tanto la nomenclatura más antigua de la ciudad de México?

La jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, anunció de este modo su desaparición:

“Nos preguntamos, ¿cómo es posible que hay una calle que se llame Puente de Alvarado cuando Alvarado fue el principal perpetrador de la matanza del Templo Mayor… Por esto tomamos la decisión de cambiar el nombre y quitar el nombre de Alvarado y ponerle Calzada México-Tenochtitlan… También dejamos de nombrar el Árbol de la Noche Triste y hacemos una Calzada de la Noche Victoriosa, porque si bien es cierto que hace 500 años fue la derrota de México-Tenochtitlan también es cierta la resistencia de los pueblos originarios…”.

A lo largo de la historia de la ciudad, los grupos en el poder han sufrido la tentación de convertirse en directores de la memoria, como una forma de imponer sus propios proyectos políticos. Uno de sus recursos favoritos ha consistido en apropiarse de la facultad de nombrar las calles, para volverlas discursos políticos y conformar una determinada forma de memoria histórica.

Durante años, los nombres de las calles surgieron de la imaginación de los vecinos, que las nombraban según existiera en estas un edificio célebre o un personaje ilustre, o bien, si hubiera ocurrido en ellas un acontecimiento que hubiera quedado en la memoria.

Así surgieron las calles de los Alguaciles, de las Arrepentidas, de la Celada, de las Carreras, del Colegio de las Doncellas, de López, de la Quemada, de la Pelota, del Puente del Diablo…

Con la Reforma se abrieron nuevas calles en donde durante siglos habían existido conventos: el gobierno de Juárez decidió homenajear a sus propios héroes y les puso calle a Leandro Valle e Ignacio Zaragoza, entre otros. De esos tiempos procede, por ejemplo, el nombre de 5 de Mayo.