Slim en Palacio: ¿harán que el ingeniero pague?
SALVADOR GARCÍA
El encuentro del martes entre el presidente López Obrador y el dueño de Grupo Carso, Carlos Slim, no tuvo otro tema ni otro asunto, durante la hora y media que duró la plática, que la tragedia de la Línea 12 y cómo se va a resolver el entuerto que esa obra y su trágico derrumbe representa para la 4T y para dos personajes clave del gabinete presidencial: el canciller Marcelo Ebrard y la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.
El que la gobernante capitalina haya sido la tercera invitada a esa reunión, cuyo contenido se negó a comentar ante los medios que le preguntaron por lo tratado en el encuentro, va en el mismo sentido en el que López Obrador ha manejado hasta ahora todo el asunto del colapso en el Metro que le costó la vida a 26 personas: Sheinbaum será a toda costa protegida por el presidente, que está haciendo todo lo necesario para que su pupila consentida no sea parte del problema que significó la caída de los trenes el pasado 3 de mayo, y sí en cambio, para tratar de vestirla de “gloria” que sea parte de la solución.
Porque tampoco es que López Obrador quiera culpar o sacrificar a la otra pieza clave para su gobierno como es el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard. Si bien en principio Marcelo no tuvo el mismo respaldo público del presidente y tuvo que defenderse solo con el argumento reiterado de que él hizo todo el diseño, licitación y ejecución del Proyecto de la Línea 12 con la asesoría y la opinión de expertos e instituciones nacionales como la UNAM, el IPN, el Colegio de Ingenieros Civiles y varias firmas expertas extranjeras, al final el canciller ha recibido ya el mensaje y la garantía de que el presidente no lo va a culpar de nada y va a cuidar que él no sea señalado como el responsable de las fallas y deficiencias en la construcción.
Y si se trata de salvar a Claudia y a Marcelo, sus dos políticos de mayor confianza, la primera por lealtad e incondicionalidad y el segundo por lealtad y resultados, entonces tendrá que recaer la responsabilidad en las empresas que construyeron el tramo derrumbado y en los funcionarios que fueron responsables directos de la ejecución y supervisión de las obras.
A eso fue Carlos Slim Helú a Palacio Nacional, a donde arribó cerca de las 11 de la mañana en su Mercedes Maybach negro y blindado. “La intención –nos dicen fuentes cercanas al ingeniero— es llegar a un acuerdo, a una especie de arreglo en el que se evite un desgaste no sólo político para el gobierno y los funcionarios del presidente, sino también financiero y de imagen para el Grupo Carso y para las empresas de la familia Slim”.
El planteamiento que se puso sobre la mesa es que, llegado el momento, cuando concluyan los tres peritajes que entregará la empresa DNV, independientemente de las indagatorias judiciales que llevará la Fiscalía de Justicia de la CDMX, se llegue a un acuerdo, por escrito, en el que la empresa CICSA, responsable de la construcción del tramo colapsado, asuma y se comprometa a cubrir los costos financieros del proceso de “rehabilitación o reconstrucción total”, según lo que decida el Grupo de Expertos que designó la Jefa de Gobierna para decidir el futuro del tramo elevado que hoy está bajo investigación.
Es decir, a cambio de un mayor desgaste para Carso y su brazo constructor, que ya midieron el tamaño del impacto que esta investigación puede tener en sus acciones, con la pérdida de 3 mil millones de pesos el día que se dio a conocer el primer dictamen, lo que le está proponiendo el presidente al ingeniero es que su consorcio se haga responsable de costear la reparación completa o la reconstrucción de los más de 6 kilómetros que hoy están bajo investigación, como una forma de resarcir el daño y evitar responsabilidades civiles o penales.
Las fuentes empresariales que revelaron la propuesta discutida en Palacio Nacional no supieron comentar cuál fue la respuesta del ingeniero Slim al planteamiento que le hicieron López Obrador y Sheinbaum, pero de entrada, como es su estilo, confirmaron que el hombre más rico del país está interesado en “encontrar una solución, una salida negociada y pactada a esta crisis” que le puede costar mucho más a sus empresas, de lo que le costaría asumir los costos financieros de una reparación o hasta reconstrucción del tramo colapsado.