Margarito Escudero Luis
El diccionario la define como bajeza, envilecimiento, servilismo, humillación, abatimiento, rebajamiento, apocamiento.
Por estos rumbos le decimos repollos, lambiscones, arrastrados, lame botas a quienes se dedican al halago fácil para una persona con poder.
La abyección no es nueva en la historia de la política, en México se practica hasta sus límites, sin vergüenza alguna de sus protagonistas, están en todos los partidos políticos, pero donde más se ve es en poderos partido en el poder.
La abyección es parte del sistema, sirve para escalar posiciones, para sacar de la jugada a los rivales, para posicionarse en el ánimo de quien de verdad elige.
Ejemplos hay a diario, pero algunas acciones de los que se sienten más papistas que el Papa, rayan en lo ridículo, en el abuso de su pequeña cuota de poder.
Como sucedió en Motul, en Yucatán, dónde un celoso perro guardián del sistema, que cobra salario de presidente municipal, mandó a sus policías a detener al dirigente de Morena, Andrés Manuel López Obrador.
Sin duda es un acto arbitrario, atenta contra la libertad de expresión, ya que el munícipe intentó impedir que se llevara a cabo un acto público de Morena, para eso mandó decomisar el equipo de sonido.
José Julián Pech Aguilar, cree que su puesto le da para burlar la ley, para pasar por encima de las libertades de los demás, para atentar a quienes no piensen como él.
Arrastrado con el que le da de comer, antes del evento, amenazó a la comitiva de Morena con que no permitiría que se llevara a cabo el evento en SU municipio.
El affaire de Fausto Alzati, es otra muestra de cómo existen personajes tan abyectos que rebasan el límite permitido por el mismo sistema.
Ya es un escándalo el acto protagonizado por el ex director de Televisión Educativa, luego que en la inauguración de una exposición de la muralista Aurora Reyes donde, presuntamente en estado de ebriedad intentó censurar la lectura del poema “Hombre de México”, escrito en 1948 por la propia Reyes.
Según Alzati, el poema agraviaba al presidente Enrique Peña Nieto y con la voz alterada por el alcohol, dijo que no permitiría que eso ocurriera, como el munícipe de Motul.
Pero su arrastrada fue tan grotesca, que no lo soportaron sus propios jefes y fue cesado del cargo.
Como Alzati hay muchos más, que se dedican a no hacer nada productivo, sólo se empinan, babean las manos que besan, aceptan patadas en el trasero, todo a cambio de mantenerse con un buen sueldo y un cargo donde le llamen “señor”.
Así que muchas instancias oficiales, defenderán al patrón de quienes intenten reclamar legalmente su proceder, sus abusos, sus omisiones y sus violaciones a la ley, a los derechos de ciudadanos sin poder.
Están en los Ministerios Públicos, en los juzgados, en los palacios municipales, son una plaga, con la boca que muerden a quien se deje, besan la bota que los patea.
Cuentan en Nanchital, que en una ocasión, el todopoderoso líder de la sección 11 de petroleros, salió a correr muy temprano para ejercitarse, pero ¡por supuesto! No iba solo.
Una nube de lambiscones corría con él, cuando en un momento tropezó y cayó, entonces, en el clímax de la abyección, todos se tiraron al piso.
Pera que existan estos especímenes, es necesario que alguien los cultive; así la gente del poder requiere de quien le queme incienso, lo halague, adule, le haga creer que van bien.
Ya Carlos Fuentes, el gran escritor mexicano comentó en una entrevista que: “El poder se engolosina consigo mismo y con sus soluciones y cree que no hay otras. Lamentablemente los presidentes están rodeados de lambiscones, y todos les dicen: Qué bueno lo que hace usted. Pocos se atreven a decirle qué mal, váyase por otro lado…. Sí, Los lambiscones son una plaga”.
Por su parte, Carlos Pascual dice que la lambisconería se puede encontrar en todo el mundo en diversos avatares, pero en algunos sitios se le mira con sospecha y desdén, mientras que en otros, como en nuestro rancho, tiene un hálito de requisito.
Cuídese de los lambiscones, de los que adulan en exceso al gobernante en turno, al maestro, al juez, al abogado, al jefe. Cuídese, están en todas partes.
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