Margarito Escudero Luis
Varios fantasmas recorren la República Mexicana, los de la impunidad, la inconformidad, inseguridad, del terror, la indolencia oficial y la impotencia ciudadana y los que usted quiera sumarle.
Estamos pasando por una etapa de cambios que de muchas maneras modificarán la vida de los mexicanos, a unos cuantos para bien y otros no para tan bien.
El Senado de la República ya aprobó por 80 votos a favor y 37 en contra, el dictamen que crea la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión y se le conoce como la Ley Televisa, porque ese monopolio televisivo será la más beneficiada.
Fue un negocio bien hecho entre los políticos y los dueños del consorcio de la televisión, pues a cambio de aprobar la ley a modo, los políticos recibirán tiempo y espacios entre los programas, eso es oro molido puesto que ese tiempo es carísimo.
Sn embargo, se nota el esfuerzo que hacen tanto los senadores y diputados, como los reporteros de Televisa, por magnificar los beneficios que tendremos los usuarios, que si bien son buenos, también son algo que solamente en México se pagaban, o sea que por fin, se dio un brinco hacia el primer mundo. (No se ría, por favor).
Esta reforma, sin embargo, no promueve la libre competencia entre los medios de comunicación, tampoco se habla de pluralidad y diversidad. Es decir que los grandes consorcios de radio y TV continuarán dominando la programación en todo el país, impidiendo el desarrollo de nuevos talentos, de programaciones diversas que aporten más elementos culturales a la población; o sea que la televisión y la radio (y sumemos los medios impresos), seguirán siendo un medio de control intelectual, cultural y educativo para las masas.
Además de eso, el fantasma de la censura vaga por la nueva ley secundaria que da atribuciones al presidente, en relación con las libertades de expresión y de información, y tiene que ver con la vigilancia y sanción en la transmisión de contenidos de la radio y la televisión, así como en la administración de los tiempos de Estado.
Se le devuelve a la Secretaría de Gobernación en el artículo 217, fracciones VI, VII, VIII, IX y X, facultades de supervisión, monitoreo, reserva gratuita de canales, verificación y sanción de las transmisiones, así como establecer lineamientos específicos que regulen la publicidad pautada en la programación destinada al público infantil.
LA REVOLUCIÓN SE ALEJA MÁS
O sea, que estamos ante un retroceso de la Revolución y un avance del fascismo en México, ya que gracias a la Constitución, pudo alejarse a los medios de comunicación del poder político y con la reforma esta importante medida se revierte.
O sea que no solo se tratan de los “beneficios” para los usuarios que tanto han cacareado los políticos y los noticieros de televisa, como la eliminación del cobro de larga distancia en telefonía fija y móvil, a partir de enero de 2015.
O la obligación de las empresas a otorgar la portabilidad numérica en un plazo máximo de 24 horas. Cuando el usuario quiere usar su mismo número pero con otra compañía, podrá hacerlo.
O que ya no cobrarán la consulta de saldos, o que se pueda rescindir el contrato dentro de los 60 días naturales sin penalización alguna, cuando el proveedor modifique las condiciones originalmente contratadas.
Pecata minuta, en comparación con lo que se atenta en contra del derecho de la audiencia; es decir, el que ve la tele o escucha la radio, también tiene derechos, pero ahora esos sólo serán para el estado, quien decidirá qué podrá ver o escuchar el ciudadano.
Que si bien, pudiera ser un arma a favor de las empresas, si estas programaran cosas más edificantes, culturales y que ayuden al desarrollo de las personas.
Con una programación de verdad variada y con amplia penetración en el país entero y no solamente para quienes pueden pagar el servicio de cable o tv satelital, el público pudiera escoger libremente lo que quiera ver.
Ojalá y la ley hubiera prohibido programas tan sosos e inútiles como “Sabadazo” o el de Laura Bozzo.
¿Y LOS DERECHOS DEL PÚBLICO?
Pero con esta nueve ley, los derechos del público quedan en el olvido, sin que la audiencia se entere y no se le dé la oportunidad de opinar, pues los legisladores se escudan en el pretexto, de que para esos fueron electos y son los representantes del pueblo.
Desde el artículo 256 el Estado piensa dictarle la ética a los medios, pero no les pone obligaciones en la ley.
Para los adoradores de Televisa, se les informa que el monopolio logró que se le autorizara un incremento del dos por ciento en publicidad, así que quienes ven telebobelas y programas del canal de las estrellas, tendrán que chutarse dos por ciento más de comerciales.
Bueeeeno, ante un pueblo que se niega a participar, los políticos pueden hacer lo que quieran.
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