Desde el centro de México, con el náhuatl y hasta Salomón, Idaho, con el Shoshoni, la familia lingüística Yuto-azteca se extiende por ambos países como uno de los últimos indicadores de los alcances de esta cultura que aún hoy tiene cerca de 61 variantes idiomáticas. Este dato nos recuerda que antes de la llegada del pensamiento europeo, pueblos y naciones pudieron establecer acuerdos condicionados pero efectivos de movilidad y convivencia.
Hoy esta idea parece imposible. Los gobiernos de México y Estados Unidos se han obsesionado con hacer de la migración indígena un acto criminal.
Los pueblos indígenas en México fueron perseguidos por un TLC que les arrebató su autonomía alimentaria y su economía agrícola familiar. Hoy son de los grupos sociales con más altos índices de migración irregular y forzada.
En EEUU, los pueblos nativos americanos, luego de múltiples luchas y rebeliones por la autonomía fueron obligados por el gobierno a limitar sus territorios a reservas. Hoy muchas de ellas viven múltiples problemas de adicciones, sin autonomía política ni muchas posibilidades de restablecimiento de territorios.
En pleno siglo XXI, indígenas mexicanos en movilidad son detenidos por agentes del Instituto Nacional de Migración para exigirles prueba de identidad para circular por su propio país, e incluso han sido deportados a países que no son los suyos por el racismo institucional que prevalece. Y sin olvidar que las principales víctimas de las recientes masacres y accidentes de migrantes son indígenas.
En México a pesar del crecimiento de la migración indígena, ni la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, ni sus consulados, ni los hospitales de los EEUU, ni los centros de detención migratoria de ambas naciones, tienen intérpretes de lenguas indígenas que asistan a las personas hablantes de las lenguas originarias en sus procesos de asilo o en su derecho a la identidad.
Y en EEUU, a pesar del nombramiento de la primera Secretaria de Estado de origen nativo americano, no existe esfuerzo gubernamental alguno para fortalecer, recuperar, o desarrollar la cultura o los derechos de esta población. Lejos de ello, se destapó el horror de los internados donde murieron miles de niños y niñas indígenas en el intento de maestros de despojarlos de su cultura
Este 9 de Agosto, Día Internacional de los Pueblos Originarios, es importante reconocer las contribuciones, la historia, pero sobre todo el presente de los pueblos originarios y demandar a los gobiernos de ambos países que pongan los derechos de estos pueblos, incluyendo la movilidad, al mismo nivel que los acuerdos millonarios de seguridad fronteriza o de la colaboración en inteligencia para “desmontar” caravanas.
Recuperemos el diálogo entre pueblos de ambas naciones para formar el frente binacional que exija el cambio del modelo vigente y aprenda de cómo podían los pueblos coexistir antes de que la llegada de la civilización de la cultura única.
POR MARCO CASTILLO