No son buenos tiempos para los derechos humanos que sufren problemas y retrocesos en prácticamente todos los ámbitos. No cabe duda de que la idea de los derechos humanos, entendidos como los derechos inherentes a todos los seres humanos sin distinción, está sujeta a interpretaciones de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, que constituye la base de su entendimiento actual.
Ahora bien, aunque presentes en discursos y declaraciones, los derechos humanos dejaron de ser un tema importante para la mayoría de los países para convertirse en el apéndice sujeto a diferentes necesidades gubernamentales. Hoy son un argumento que se saca cuando conviene o un reclamo incómodo que se silencia sin escatimar el uso de fuerza cuando incomoda.
Por una parte, está claro que hay problema con los derechos políticos, reflejado en el retroceso que ha vivido la democracia en el mundo durante la última década. Asimismo, la posibilidad de garantizar los derechos socioeconómicos se ha visto mermada por las crisis económicas de COVID-19 y de la guerra de Rusia contra Ucrania.
Por otra parte, se ha ampliado la brecha entre los países más avanzados y los más rezagados en este ámbito. El caso de la igualdad de género es el más notorio ejemplo de que diferentes regiones del mundo van en direcciones opuestas. Finalmente, con la invasión rusa y las tensiones entre Estados Unidos y China, se han endurecido los cálculos geopolíticos en muchos países que prefieren cerrar los ojos a abusos de los derechos humanos en otras regiones.
Así llegamos a situaciones irreconciliables. Mientras que en el mundo medianamente libre se han abierto los espacios públicos a la participación de las mujeres y a las manifestaciones sin restricciones de diferentes géneros, en Irán la policía de la moral mató hace algunos días a una mujer, Mahsa Amini, por no cubrir la cabeza de acuerdo con las normas establecidas por los religiosos que gobiernan ese país. Asimismo, decenas de personas murieron en las manifestaciones que se organizaron después de la muerte de esta joven de 22 años. ¿Como reaccionaron diferentes gobiernos del mundo a este suceso? Se quedaron mayoritariamente callados, emitiendo unas cuantas declaraciones tibias para no dañar las negociaciones sobre el acuerdo nuclear con Irán o no criticar al gobierno iraní que muchos perciben como la voz contra el Occidente. México, que presume tener una política exterior feminista, no se refirió al tema. A pocos les preocupa la realidad que viven las mujeres en Irán y en países de la región definida como Asia del Sur, como Afganistán o Pakistán, donde tendremos que esperar 197 años para alcanzar la igualdad de género, como lo constata el Informe Global de Brecha de Género de la ONU de julio de este año. Es triste reconocerlo, pero las mujeres de Irán están solas en su lucha por sus derechos. Aún así, hay que tener la esperanza de que las protestas que han organizado por la muerte de la joven Amini podrán traer algún cambio. Ojalá así sea.
POR BEATA WOJNA