De todos los proyectos estratégicos del Presidente López Obrador, del que menos se ha hablado, es el que tiene mayor potencial de transformación, y el que terminará de significar un legado más trascendental para la región más pobre del país: me refiero al corredor transístmico.
Lo que se conoce formalmente como Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, es un sueño largamente acariciado, desde hace más de un siglo, al menos desde el Porfiriato. La hazaña que representaría conectar, en términos comerciales, el Pacífico con el Atlántico, en beneficio del interés nacional y las comunidades locales, se perfila para ser parte de la herencia que dejará -al menos en sus cimientos y primeras etapas de consolidación- el lopezobradorismo, tras el paso de otros 28 presidentes que no estuvieron siquiera cerca de concretarlo.
Estamos hablando de un corredor multimodal que incluye un conjunto de obras de gran calado, y que además deben funcionar de manera sincronizada, con una misma visión y plan a futuro: ferrocarril, puertos, terminales aéreas, infraestructura carretera, gasoductos, parques industriales, fibra óptica y una amplísima red de servicios públicos, todas ellas conectadas en ese gran corredor que va desde Coatzacoalcos, Veracruz, hasta Salina Cruz, Oaxaca, y aderezadas con un paquete de incentivos fiscales y estímulos para la atracción de inversiones.
De esta manera, no sólo se acortarán las distancias entre el sur-sureste y el centro-norte del país, sino que se unirá productivamente a la costa este de Estados Unidos (y la región de Norteamérica), con los países asiáticos, mediante una plataforma que agilizará enormemente el tráfico de mercancías.
Por medio del transístmico, se podrían generar 550 mil empleos directos a largo plazo, de los cuales más de una cuarta parte se producirían en los próximos 8 años; con una estimación de necesidad de inversión por 50 mil millones de dólares, la atracción de inversiones cuadruplicaría dicho monto, pudiendo llegar a ascender a los 200 mil millones de dólares.
Hasta el momento, los avances del proyecto son considerables. Del primer esquema de inversiones por 100 mil millones de pesos, se han reportado avances de por lo menos el 75% en lo que tiene que ver con la construcción y modernización de las vías de tren, ampliación de puertos, terminales de contenedores y carreteras. También se ha activado otro paquete de obras por 120 mil millones de pesos para la construcción de plantas de licuefacción y coquizadora (gas y gasolina).
Es indudable que, antes de finalizar este sexenio, ya estará en operaciones el cruce interoceánico de contenedores, el tren del Istmo, y se habrán instalado algunos de los 10 parques industriales contemplados. Es decir, la parte más relevante de las tres etapas principales estaría funcionando en el futuro cercano.
Si alguna política pública habrá de cambiar por completo el rostro socioeconómico del México más rezagado, será esta. Por el bien de todos, que sea exitosa.
POR JESÚS ÁNGEL DUARTE