Esta semana, del 6 al 8 de noviembre ha tenido lugar la décima edición de la Feria del Libro de Relaciones Internacionales en su sede habitual, el Instituto Matías Romero. Con cuarenta expositores y unos quinientos visitantes por jornada es sin duda, una feria pequeña en el mundo de la edición, pero potente en el marco de las ciencias sociales. Cada año en todo el país, unos quince mil alumnos estudian algún semestre de licenciatura, maestría o doctorado en Relaciones Internacionales. De ahí en gran medida se nutrirá en algún momento el Servicio Exterior Mexicano, el propio sistema educativo y de investigación. Las empresas en su tarea de internacionalización requieren más y más de especialistas que les ayuden a transitar ese proceso. El comercio internacional, las finanzas, la cooperación para el desarrollo, las organizaciones de la sociedad civil todo ello es ámbito profesional para los estudiosos de lo internacional.
Como tantos otros eventos esta Feria se postergó por la pandemia, tal vez por ello el número de títulos es basto, nuevas ediciones se suman a los acervos usuales de los fondos editoriales de instituciones dedicadas a la investigación y la divulgación. El Colmex y el CIDE con 90 títulos cada uno, el propio Matías Romero con 57, el ITAM con 17,; la UNAM con 58 más los de sus centros de investigación como Cisan con 55 o el Cialc con 60 muestra la potencia de su labor. La propia Asociación del Servicio Exterior Mexicano presenta 17 títulos escritos por diplomáticos de carrera en una variopinta selección que muestra lo vivo que se mantiene el oficio de escribidor entre los profesionales de la diplomacia.
Libros, libros, libros, en la Era Digital y en un momento de acelerados cambios en todos los ordenes. ¿Cuántos títulos de análisis coyuntural pasarán a ser libros de historia en poco tiempo? Ese es uno de los retos sustantivos de la reflexión intelectual en lo internacional y en una época de acelerados cambios la transición de paradigmas torna muy pronto en referencia lo que hoy es lámpara de Diógenes para descifrar el presente. Por ello la labor de publicar debe de ser constante y oportuna. Debatir las ideas es la sustancia de la presentación de libros, rescatar la historia es clave para aprender de los errores y procurar evitarlos.
Tan sólo analizar el ascenso de los fascismos y nacionalismos en la década de los 20, la Gran Depresión del 29 y el ascenso del totalitarismo en los treintas, nos ayuda a comprender la sucesión de eventos nacionales convertidos en efectos internacionales de los últimos doce años. Que la Feria se llene de estudiantes es una esperanza, al menos de que mediante la lectura y discusión podamos aportar soluciones a los retos de hoy y de mañana.
POR DAVID NÁJERA
*Embajador de México, actualmente preside la Asociación del Servicio Exterior Mexicano ASEM.