24 de Noviembre de 2024

CLARABOYA / Al acecho / AZUL ETCHEVERRY

Columnas Heraldo

 

 

El martes pasado el expresidente Donald Trump anunció su intención de regresar a la casa blanca, por lo que buscará su candidatura para las elecciones presidenciales por el partido Republicano. Desde Florida dijo que había entregado los requisitos para su postulación ante la Comisión Federal de Elecciones.

Durante su anuncio aprovechó la oportunidad para recriminar las gestiones del presidente Joe Biden frente a temas como la pandemia por Covid-19, la postura de Estados Unidos en el conflicto entre Rusia y Ucrania, además de la porosidad de su frontera sur, por la que aseguró han cruzado millones de migrantes, calificando el fenómeno como una invasión.

Sin duda se trata de un anuncio que, si bien no sorprende, se trata de una mala noticia para las aspiraciones mexicanas de entablar una relación binacional menos asimétrica. Sabemos el tipo de mensaje y agenda que impulsa, así como un estilo criticable de hacer política el cual acarreaba consecuencias multisectoriales que se tradujeron en un retroceso, no sólo en lo fáctico sino en lo ideológico.

Con ello logró una radicalización hacia la derecha en instituciones clave del gobierno, como la Suprema Corte de Justicia, lo cual trajo implicaciones definitivas para el goce de derechos, particularmente algunos enfocados en la mujer, lo que significó un repunte para los esfuerzos demócratas, no obstante, no significó un elemento decisivo en contra de sus aspiraciones presidenciales, al menos no en lo mediático.

La candidatura de Donald Trump es el claro ejemplo de una sociedad fundamentalmente polarizada que no ve con malos ojos la reivindicación de los preceptos más fundamentalistas y retrógradas, los cuales ya no tienen cabida en una sociedad moderna a la que se debería aspirar.

Desafortunadamente, las otras opciones en el tablero tampoco son muy alentadoras, se trata de candidatos republicanos, como Ron de Santis, con una agenda un poco más moderada en lo discursivo y más diplomática en las formas pero de un trasfondo desfavorable para las intenciones mexicanas.

Más preocupante aún es la postura demócrata, la cual hasta ahora no encuentra una mejor opción que el presidente Biden, cuya popularidad y capacidad para gobernar se ponen cada vez más en duda tras los numerosos episodios ocurridos durante su mandato.

Se viene un año por demás complejo en el que habrán elecciones presidenciales en los dos lados de la frontera, e irá complejizándose el entramado comercial y político dadas las circunstancias prevalentes.

POR AZUL ETCHEVERRY