24 de Noviembre de 2024

SALTO CUÁNTICO / Reprobar o no reprobar / Karina Álvarez

Columnas Heraldo

 

 

¿Para qué sirven las calificaciones escolares? La principal razón es que sirven para medir el nivel de aprendizaje adquirido por los estudiantes, sin embargo, en la educación moderna, las calificaciones son obsoletas, al igual que los exámenes y las tareas.

Desde que inició la actual administración federal, una de las propuestas de las autoridades educativas fue que ningún maestro podría reprobar a sus estudiantes pese a que lo ameritaran. La mayoría de los docentes se quejó rotundamente de esta situación, tanto, que hace unos días la Secretaría de Educación Pública (SEP) informó que los profesores ya podrán reprobar a los estudiantes de educación básica en las boletas de calificaciones.

Los alumnos de primaria y secundaria que no reúnan los créditos suficientes a partir del segundo bimestre del ciclo escolar 2022-2023, podrán ser reprobados por sus profesores. De hecho, a partir del mes de diciembre los docentes tendrán la autoridad de aplicar calificaciones reprobatorias en cinco entidades del país: Coahuila, Tabasco, Zacatecas, Baja California y Michoacán.

Estas medidas serán aplicadas para los alumnos sin excepción de tercero a sexto de primaria y todos aquellos que asistan a la secundaria, serán evaluados nuevamente en la escala de 5 (calificación reprobatoria) a 10 (calificación máxima aprobatoria).

¿Es realmente necesario que existan calificaciones sin importar si son o no reprobatorias? Diversos especialistas en educación aseguran que no. Calificar una tarea, un examen, el comportamiento, etc., condiciona a los alumnos, en lugar de ayudarlos a comprender mejor.

Muchas de las quejas de los docentes sobre no poder reprobar estaban relacionadas a que los alumnos que se esmeraban en clase merecían mejores calificaciones que los que no; ¿esa es la verdadera forma de enseñar? Viene a mí esta frase de Vehelma González, de las mejores que he escuchado sobre la educación: ‘Si hubo premio o castigo es manipulación, no educación’.

Así es como funcionan las calificaciones, entonces ¿qué estamos haciendo con los estudiantes en realidad? Estamos creando seres manipulables, quienes se esmerarán en conseguir buenas calificaciones, pero y cuando no lo logren, o no exista una medida para calificarlos, ¿cómo reaccionarán?

La mayoría de los nuevos modelos educativos han eliminado de su enseñanza los métodos para calificar, así como las tareas y los exámenes, ¿por qué?, porque se dieron cuenta de que no sirven para nada más que para generar mayor estrés en los alumnos y en los docentes.

Por ejemplo, las Escuelas Bosque, es un modelo educativo basado en la pedagogía de Reggio Emilia, el cual tiene como característica que no existen útiles escolares, tareas, exámenes y por lo tanto no hay calificaciones ni reprobados. Este modelo se da al aire libre con la idea de que los alumnos tengan contacto con su entorno; aquí no hay imposiciones, los estudiantes deciden los temas a tratar y se unen para resolver complejidades o problemas. En Guadalajara, Jalisco, existe este tipo de escuela.

Sin embargo, nuestro lamentable sistema educativo nacional no está preparado para algo tan sencillo y a la vez tan sofisticado. Los vicios de la vieja enseñanza siguen, y ni con la Nueva Escuela Mexicana (propuesta del presidente López Obrador) se logrará componer.

POR KARINA ÁLVAREZ