“Rechazo la decisión de Pedro Castillo de perpetrar el quiebre del orden constitucional con el cierre del Congreso.” Dina Boluarte.
La historia latinoamericana se ha caracterizado por sus vaivenes políticos, por sus regímenes autoritarios y por sus frecuentes estallidos sociales. A inicios del nuevo siglo, parecía que la región encontraba estabilidad en esta izquierdización. Después de esto vinieron las revueltas mediáticas y sociales emanadas por situaciones de corrupción, desigualdad y falta de eficiencia gubernamental. Con esto llegó la alternancia partidista, volvieron los gobiernos de derecha, el resquebrajamiento de instituciones supranacionales por la división de visiones e ideologías entre los gobernantes.
Sin embargo, como es natural en política, los ciclos económicos y por la permanencia en el poder, una nueva izquierdización se hace presente en toda la región (con la excepción de Lasso en Ecuador), Argentina con Alberto Fernández, el regreso de Lula en Brasil, Boric en Chile, López Obrador en México, Petro en Colombia, Pedro Castillo en el Perú, donde los pobladores de este país andino pensaron que con el cobijo de otras naciones del mismo corte ideológico, la elección sui generis de un presidente alejado de la elites del poder limeño, podría funcionar para un pueblo con una democracia tan endeble como la peruana.
Empero, aquellos deseos de las y los peruanos de que la ayuda externa pudiera estabilizar al país no fueron posible y la semana pasada, Castillo enfrentaba la vacancia, un proceso similar al impeachment estadounidense, donde se esperaba que el veredicto fuese la destitución del cargo presidencial para enjuiciarlo por delitos de corrupción. Al ex líder sindical le pareció adecuado tratar de disolver al Congreso y declarar al Perú como un estado de excepción, situación que no pasó, pues las fuerzas armadas ni los policías no estuvieron “alineadas” al presidente, al que aprehendieron ahora con los cargos de rebelión. Posteriormente nombraron como presidenta a Dina Boluarte, vicepresidenta en tiempos de Castillo.
El país de los legendarios Incas, ha tenido a seis presidentes en los últimos 5 años, dos Congresos y un torbellino de incidentes de corrupción, juicios políticos y revueltas sociales. Fue la nación donde más se sintieron los efectos de la pandemia, sus repercusiones económicas y donde se abrió aún más la brecha de desigualdad entre la población rica y los menos favorecidos. En este tenor, el maestro rural y ahora expresidente, Pedro Castillo, es el sexto presidente que pisa la cárcel en lo que va de este siglo, ya que Fujimori cumple condena en prisión, Humala y su esposa estuvieron meses en prisión preventiva, Kuczynski estuvo tres años bajo arresto domiciliario, Toledo está a punto de ser extraditado a Estados Unidos con cargos de corrupción, además del quizá caso más sonado de Alan García, quien se suicidó debido a los escándalos de corrupción dentro del marco del famoso caso Odebrecht.
Con el nombramiento de la primera presidenta del Perú, la ansiada estabilidad se encuentra aún lejana. Álgidas manifestaciones han tomado las calles en varias ciudades, habiendo enfrentamientos con la policía y existiendo varios muertos. La presidenta Boluarte ha llamado a elecciones anticipadas, así como también ha declarado estado de emergencia por 60 días, en los cuales quedan quedan suspendidos los derechos a la inviolabilidad de domicilio, libertad de tránsito por el territorio nacional, libertad de reunión y libertad y seguridad personales. Parece que la historia regional se repite dentro de los límites de Perú sin visos de mejorarse la situación.
POR ADRIANA SARUR