24 de Noviembre de 2024

DESDE AFUERA / Guerra cultural, guerra política / JOSÉ CARREÑO FIGUERAS

Columnas Heraldo

 

 

Visto desde afuera, Estados Unidos parece un país en literal guerra consigo mismo. Y en cierta forma lo están.

Las diferencias políticas entre grupos activistas es extrema, aunque no sea una característica que se refiera sólo a Estados Unidos: las acusaciones de traición para aquellos que se opongan a las ideas de uno, las denuncias sobre el conservadurismo o comunismo de los adversarios, son señales de intolerancia que preceden, o pueden preceder, problemas mayores.

En EU ya hace tiempo que se habla de una guerra cultural, en la que sectores conservadores usan los ataques a los libros, la enseñanza de la historia precisa, los niños transgénero, las "drag queens" o el rechazo a minorías de todo tipo, sean sexuales, religiosas o étnicas y que no son sino versiones modernas de una vieja política de avivar el miedo y el resentimiento entre los votantes blancos por sus temores de pérdida de predominio.

Los republicanos han aprovechado al máximo esta formulación, no sólo en cuanto a minorías como los negros o los latinos sino respecto a los migrantes, y en especial, los indocumentados o los que llegan a sus fronteras para demandar asilo.

El hecho es que algunos entre ellos todavía se refieren a una sociedad donde los blancos anglosajones y protestantes eran la mayoría predominante, y resienten por decir lo menos los cambios demográficos acarreados por la inmigración y el incremento de minorías étnicas, vistos como corruptores de una "cultura" o una "moralidad".

Todavía hay quienes hablan de "la causa pérdida" en celebración de un motivo que se centra en el mito de la gentil sociedad sureña y su libertad para mantener esclavos.

Pero la verdad sea dicha, no son el único país donde grupos, que a veces están en el poder o a veces luchan por él, se aferran a visiones nostálgicas o idealizadas de sociedades que en realidad nunca existieron. O que ya no tienen lugar en un mundo globalizado.

En Estados Unidos hay temas clave que como en los casos de religión, armas, raza, aborto y derechos de la mujer, se convierten en parte de la identidad cultural,y por tanto están en el centro de debates constantes.

Las guerras culturales abarcan literalmente todos los frentes. Lo mismo en nutrición que libros, incluyen la designación de jueces con determinadas inclinaciones jurídico-ideológicas, la forma de celebrar la Navidad o de llevar adelante la política exterior.

La naturaleza, las formas en Estados Unidos permiten que esas guerras culturales se manifiesten abiertamente, porque son parte del juego político del país.

En otros, se expresan de maneras distintas, y se disfrazan bajo lemas como preservar "la moral pública" o definiciones políticas que identifican patriotismo con una determinada forma de pensar y por supuesto, atribuyen todos los vicios y defectos al adversario mientras santifican a los propios aliados.

El problema es cuando las dos partes se encierran en sus argumentos y no tienden puentes entre sí.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS