Un país con tantos recursos como México siempre presenta oportunidades para su desarrollo. El interés de un gran número de empresas por reubicarse cerca de sus mercados ofrece nuevas alternativas económicas que deberían ser aprovechadas al máximo posible.
El regreso a la autosuficiencia económica que han echado a andar diversos países, fundamentalmente EU, como resultado de las irrupciones de escasez de oferta surgidas a raíz de la pandemia y otros factores, presenta un nuevo nicho de mercado para México como parte integrante del T-MEC.
Tanto para la economía norteamericana como la canadiense es mucho más ventajoso desarrollar e inducir la reinstalación de proveedores en México, con el que tienen una gran cercanía y experiencia de trabajo y con quién están asociados bajo un tratado que regulariza sus operaciones comerciales, que trabajar con países alejados, que desempeñan el doble papel de competidores y de proveedores y con quienes no tienen la seguridad de una relación comercial estable.
Si bien hace 40 años la apertura de China al mundo la convirtió en un paraíso para la producción de bienes por sus bajos niveles salariales, hoy tal ventaja se ha esfumado, pues los salarios han crecido drásticamente, además de que el gobierno de Xi Jinping ha ido modificando el curso de la economía de ese país hacia un modelo de corte maoísta, que busca una más igualitaria distribución del ingreso, imponiendo criterios fiscales más estrictos para las ganancias de las empresas, lo cual ha inducido a un gran número de ellas a buscar nuevos destinos para su establecimiento.
La gran ventaja que se presenta para México es que a sus socios comerciales les urge reinstalar dentro de la región del T-MEC a una gran cantidad de proveedores (nearshoring), que en el pasado optaron por emigrar al oriente y para lo cual México ofrece condiciones inigualables, como lo es un nivel salarial altamente competitivo, fuerza de trabajo capacitada, una planta productiva fuertemente vinculada a la de Estados Unidos y Canadá, además de la consabida cercanía a esos mercados que siempre será un factor determinante en la instalación de nuevas plantas productivas.
Ante dicha tesitura México debería, incluso, ir más allá, e iniciar una convincente campaña promocional de nuevas inversiones productivas a través de la cual se atraiga a una mayor cantidad de empresas que buscan emigrar de oriente, no sólo de China, lo cual potenciaría aún más la importancia comercial e industrial del país.
La correduría financiera Morgan Stanley estima que de capitalizarse lo anterior, México podría generar exportaciones adicionales por cerca de US100 000 millones, lo que, a su vez, impactaría un mayor volumen de ventas al exterior de empresas exportadoras ya establecidas en el país, pudiéndose llegar a un total adicional cercano a los US150 mil millones, equivalente a más de un 10 por ciento de su PIB actual.
En este contexto el nuevo programa de atracción de inversión extranjera debería hacer hincapié en el desarrollo de los sectores automotriz, eléctrico-electrónico y de bienes de capital, que son áreas en las que México posee una gran experiencia, pues en la actualidad es uno de los primeros exportadores de autos y autopartes, de equipos electrónicos de todo tipo como: televisores, refrigeradores, computadoras, equipos de telefonía y comunicaciones, médicos, producción de arneses, pailería de gran tamaño, etc., lo que podría detonar en la instalación de nuevos ecosistemas relacionados a la electromovilidad (baterías, vehículos eléctricos y otros bienes relacionados).
Hoy en día una gran cantidad de países compiten por atraer nuevas empresas a sus territorios, pues ello ofrece una gran alternativa para su desarrollo, ya que no sólo se trata de más producción e ingresos, sino generen ciclos virtuosos y beneficios como lo son una mayor capacitación y productividad de la fuerza de trabajo, la generación de actividades industriales complementarias y, sobre todo, la proyección de una imagen de confianza hacia el país, lo que puede crear un efecto multiplicador para la atracción de un mayor número de inversionistas. México tiene todo para ser líder en esta materia. ¡Feliz 2023!
POR AGUSTÍN GARCÍA VILLA