La decisión de un comité legislativo especial para referir las acciones del expresidente Donald Trump en torno a las elecciones de 2020 y la asonada del seis de enero de 2021 a consideración del Departamento de Justicia pone a Estados Unidos frente a una difícil disyuntiva.
De hecho, puso al aparato político estadounidense frente a un espejo, toda vez que Trump y sus aliados buscaron aprovechar el sistema para de hecho lanzar lo que en cualquier otro país habría sido considerado como un intento de golpe de estado. "El expresidente y sus aliados estaban demasiado ansiosos por usar los complejos canales de la maquinaria electoral presidencial para invocar una crisis constitucional que este país nunca antes había visto", afirmó Aziz Huq, catedrático de la Universidad de Chicago y autor del libro The Collapse of Constitutional Remedies (El Colapso de los Remedios Constitucionales).
El panel compuesto por siete demócratas y dos republicanos recomendaron cargos penales contra Trump y aliados políticos que trataron de revertir su derrota electoral de 2020 y coadyuvaron en los hechos que llevaron a la violenta ocupación del edificio del Capitolio, para tratar de evitar la certificación de la victoria de Joe Biden.
Pero sería un paso sin precedentes, uno que tanto si ocurre como si no, tendrá consecuencias futuras en un país tan politizado y polarizado como el Estados Unidos actual.
Ciertamente la mayoría dentro y fuera de Estados Unidos coinciden en que Trump y su ambición de poder, su ego desmedido, lo llevaron a posiciones insostenibles, pero también que un sector importante aunque minoritario de la población considera que representa sus quejas y demandas.
Es igualmente correcto señalar que hoy por hoy, una mayoría de los estadounidenses rechaza activamente lo que representan Trump y sus seguidores, como se demostró en las elecciones de noviembre pasado. Pero un grupo cree en sus reclamos de fraude electoral.
Pero en cierta forma la situación se parece a lo ocurrido después de la Guerra Civil de 1861-65, cuando la conveniencia política de Andrew Johnson, el sucesor de Abraham Lincoln, llevó a condonar castigos a los líderes sediciosos y evitar la aplicación real de reformas en los estados separatistas.
El resultado fue la prolongación del mito de la "causa pérdida", de caballerescos luchadores que defendían los derechos de los estados a determinar su vida interna, como la esclavitud, donde todos vivían felices. Los actuales grupos de ultraderecha tienen ahi un ancestro directo.
En alguna medida la atención política y pública inmediata está centrada en las consecuencias posibles para Trump, pero el mayor problema estará en el largo plazo y lo que decidan hacer con las acusaciones contra un expresidente que se rebeló de hecho contra las instituciones y las puso en peligro, con complicidad de muchos de su aliados y partidarios.
Habrá consecuencias, pero...
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS