Margarito Escudero Luis
La izquierda de México, encumbrada en el Congreso, olvidó cuáles eran las aspiraciones del pueblo y cuáles los postulados del ala política a la que se supone, pertenecen.
La izquierda fue más congruente con sus fines, cuando militaba en el clandestinaje, cuando era perseguida y se negaba a ser domesticada, como ahora lo están aquellos “luchadores” que hoy, lucen limpios y perfumados, codeándose con la alta burocracia.
Los diputados, senadores y todos sus ayudantes que cobran en la nómina del Congreso, que se dicen “de izquierda”, abandonaron a la gente que votó por ellos, y esa gente sigue luchado en las calles, dejando su sudor y sus lágrimas de la misma forma como lo vienen haciendo desde siempre, pues del Congreso o de cualquier instancia gubernamental, no ha salido nada que puede remediar su situación, al contrario, gracias a las decisiones que se han tomado en las Cámaras, las condiciones de vida de la mayoría de los mexicanos, han empeorado.
Las críticas y discursos contra las reformas, que en los medios eran incendiarias, en los debates camarales no pasaron de ser palabrería, pues se sabía que las críticas de la izquierda no llegarían a cambiar una sola coma a las leyes que abren el sector energético.
Fue una mala actuación de los legisladores de izquierda, ellos ya sabían que los aplastarían a la hora de la votación, que es lo que cuenta y nunca lograron convencer a nadie de los otros partidos como el PRI, PAN, Verde o Nueva Alianza, sobre las bondades de sus propuestas.
Siguieron el juego de siempre, y nunca procuraron la organización de las masas, jamás llegaron al sentimiento de los trabajadores petroleros, que ahora están sintiendo el rigor de la privatización, por lo menso en el Complejo Pajaritos.
Lo que debió hacerse antes, o la par de las supuestas discusiones en el Congreso, pretenden hacerlo a posteriori, cuando ya las leyes hayan sido firmadas y promulgadas por el ejecutivo, cuando desde la calle la gente clamaba por evitar esas aprobaciones.
NI LOS VEO, NI LOS OIGO
Los legisladores aplicaron la máxima salinista “ni los veo, ni los oigo” y la mal llamada izquierda perdió una batalla legislativa más.
Ahora para no perder sus privilegios, para permanecer medrando en las cámaras, harán creer a la gente que desde la calle se podrá ganar la guerra, porque ahí sí cuentan con la mayoría.
Puede que tengan razón, porque según encuestas realizadas sobre el tema, el 65 por ciento de los ciudadanos encuestados está a favor de que se lleve a cabo una consulta nacional sobre los cambios al sector.
EL PRD ha declarado una y otra vez, que por la vía de la consulta podrán echar abajo la reforma en 2015.
Sólo que se debe tomar en cuenta que la necesidad de protagonismo de sus líderes, puede llevar al fracaso esta iniciativa ya que son dos los grupos que promueven la recolección de firmas para solicitar la consulta.
Por un lado Cuauhtémoc Cárdenas, fundador del PRD, encabeza la campaña desde el PRD y por el otro, Andrés Manuel López Obrador hace lo propio desde el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), y se teme que la final de este proceso ambos grupos quieran adueñarse de la paternidad del movimiento, ahondando más las diferencias entre está dividida y mal llamada izquierda.
Sin embargo, muchos verdaderos militantes de izquierda, aún guardan la esperanza de que esta causa común, unifique los criterios izquierdosos y se logre conformar un gran frente para que la reforma energética de marcha atrás y el gobierno busque otras opciones para la modernización y competitividad de las aún paraestatales que generan energía para el país.
Pero las diferencias que mantienen separados a los izquierdistas son tan grandes, que, seguramente no escatimarán epítetos para aquellos que tuvieron la responsabilidad de defender desde las tribunas del Congreso la postura de una reforma acorde con las necesidades de los mexicanos y no lo hicieron, prefiriendo aliarse con el gobierno al que dicen oponerse.
HAY OTRAS FORMAS
El caso es que un gran sector de la población mexicana, está en contra de las reformas y no por oponerse a la modernización de las empresas estatales, sino porque así como fue aprobada, representa un retroceso en los logros revolucionarios de México y pone en riesgo la soberanía nacional, concepto que parece no afectarles mucho a diputados y senadores.
En la concepción popular, sean o no de izquierda, mayoritariamente permea la idea de que tanto el presidente, como los legisladores, están traicionando a la Patria y que, lo que se requiere para hacer de Pemex y la CFE empresas competitivas, es sanearlas, erradicar la corrupción de las entrañas de las paraestatales, que es el virus que las debilita y las pone en condiciones de ser vendidas (o regaladas), como pretenden actualmente.
Nadie cree que la competencia con grandes compañías trasnacionales, sea la solución real, pues se ha visto que las empresas extranjeras se dedican a saquear las riquezas de cualquier país, como se ha demostrado a través de la Historia
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