La semana pasada, integrantes del equipo de Mexicanos Primero nos reunimos con el equipo de The Teacher Foundation, una organización civil de la India que se dedica a promover las habilidades socioemocionales en las escuelas de ese país. Mientras conversábamos sobre intercambiar ideas de nuestras investigaciones, salió a tema algo muy interesante: el sistema educativo indio tiene problemas muy parecidos al mexicano en lo referente a las habilidades socioemocionales.
Dos reflexiones se nos quedaron muy grabadas: que allá también existe la creencia de que la única función de la escuela es el logro escolar y que la falta de autoconocimiento y autocontrol están en el centro de los problemas de aprendizaje de niñas, niños y adolescentes (NNA), así como en la raíz de la violencia en las escuelas. Nos llamó la atención que en la India también se simula la formación docente sobre habilidades socioemocionales, o bien, se toma como un simple contenido en algunos libros de texto. Y también en la India cada día es más difícil fomentar una convivencia escolar sana que posibilite el aprendizaje en ambientes agradables.
Estas reflexiones vienen bien a cuento casi cualquier semana de la última década, pero son aún más urgentes en semanas como esta en la que pasan cosas como que un niño de secundaria golpea violentamente a su novia en pleno salón o como que alumnas y alumnos de una secundaria en Guanajuato hallen el cadáver de una funcionaria en su salón de clases.
Por desgracia, nuestro país ya está más allá de la frontera de lo inaudito. Estas cosas pasan a diario sin que nadie se sorprenda. Como hemos señalado en otras ocasiones, nadie tiene la autoridad moral para hacer señalamientos, pues hay huecos por todas partes, desde la escasa formación emocional que damos a NNA en casa hasta la exigua, superficial e ilógica forma en que el Estado mexicano atiende la violencia escolar. Es una hipocresía llamar a la “disciplina” o culpar a una supuesta falta de valores por parte de las NNA cuando las hemos obligado a vivir en un país donde aparece gente asesinada en casas, calles, restaurantes, carreteras, cisternas, botes de basura, puentes, terrenos baldíos, en la selva, en el desierto y, ahora, hasta en los salones de clases.
¿Hacia dónde dirigir nuestros esfuerzos? Lo que necesita México para parar la violencia escolar es ir desenraizando las escuelas de la enredadera de la violencia. Esto se les hace muy difícil de entender a políticos(as) y legisladores(as), pero es bastante simple y está respaldado por evidencia científica desde inicios de este siglo. Para parar la violencia escolar hay que hacer tres cosas:
Detectar y atender preventivamente a NNA con factores de riesgo como bajo rendimiento escolar, ausentismo, aislamiento, timidez, ira o abuso de drogas, entre otros 20 factores.
Atender preventivamente a las familias con factores de riesgo como altos niveles de conflicto, escasez económica, estrés bicultural (cuando las personas cuidadoras son culturalmente dispares), presencia de castigos corporales, disciplina inexistente, abuso de sustancias, familias adolescentes, entre otros.
Brindar atención preventiva en las escuelas con factores de riesgo como matrícula numerosa, escuelas situadas en zonas urbanas con estrés económico y escuelas en malas condiciones (sucias, deterioradas, pobre o nulamente climatizadas).
A estas acciones hay que añadir la necesidad de robustecer la formación docente con miras a incorporar las habilidades socioemocionales como el autocontrol y el autoconocimiento como parte de toda práctica educativa, sea en una clase de biología, de civismo o de matemáticas.
Al final, el equipo de Mexicanos Primero y de The Teacher Foundation llegamos a la misma conclusión: las habilidades socioemocionales se aprenden en todas partes y durante toda la vida. Por ello, la violencia en las escuelas, esta consecuencia terrible de la falta de autocontrol y autoconocimiento, no empieza ni se acaba en las escuelas: hay que involucrar a estudiantes, docentes y familias para comenzar a desenraizar la violencia de nuestra sociedad empezando por las primarias y las secundarias.
POR ANTONIO VILLALPANDO-ACUÑA