La concepción filosófica de Nietzsche acerca del eterno retorno consiste en aceptar que todos los acontecimientos del mundo, todas las situaciones pasadas, presentes y futuras se repetirán eternamente. Más allá del dicho de que la historia vuelve a repetirse, en la concepción nietzscheana refiere a una espiral constante e infinita, todo vuelve a comenzar adaptado al tiempo y el entorno, pero fundamentalmente igual.
Llevado al ámbito político es bien conocido que la espiral coloca a gobiernos, partidos o personajes una y otra vez en el poder y, en toda Latinoamérica es más que palpable, pero cuando hablamos de Argentina, la referencia es notoria.
En este sentido, el domingo pasado se llevaron a cabo las elecciones PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) en las cuales hubo una disrupción en “el eterno retorno” argentino, es decir, la espiral constante en Argentina entre el peronismo y la derecha, el kirchnerismo y el macrismo.
La coalición Juntos por el Cambio, de centro derecha y liderados por el expresidente Macri, obtuvo el 28 % de la votación; con tan solo 27 puntos porcentuales la coalición Unión por la Patria, ubicada a la izquierda del cartesiano político, es la alianza peronista y más recientemente kirchnerista. Además de estas dos coaliciones en estas primarias salió a la luz La Libertad Avanza, del ultra libertario Javier Milei, obtuvo el 30 % de las preferencias.
Esta disrupción deja al peronismo en sus números más bajos desde 1983 y a la derecha macrista en un sitio complicado para llegar a las presidenciales del 22 de octubre, las cuales serán altamente competidas, pues Juntos por el Cambio no dejará su bastión en la capital Buenos Aires y el peronismo intentará recuperar su influencia más allá de la provincia de Buenos Aires, donde regiones como Santa Fe o Tucumán le fueron arrebatas por Milei, quien ha podido capitalizar el descontento de los ciudadanos argentinos, rompiendo esta espiral en la que el mismo Macri y ahora Alberto Fernández (y muchos más antes que ellos) han colocado a la economía y sociedad gaucha.
Es que el excéntrico diputado y ahora candidato presidencial -con altas posibilidades de triunfo-, Javier Milei, tiene un discurso que rompe con dicha espiral, se siente cómodo con las comparaciones con los expresidentes Trump, Johnson o Bolsonaro, menciona que siente simpatía con Vox español, sus mensajes son estridentes en contra de “la casta política” y su plan de dolarización de Argentina para combatir la inflación estratosférica y la deuda ante el Fondo Monetario Internacional, que no ha cedido durante décadas. Esto le permitió captar la atención y la simpatía del pueblo argentino. Para los comicios de octubre se prevé que todo esto se radicalice aún más.
Así, Argentina tiene ante sí un problema más profundo que la concepción del eterno retorno. Si bien, el peronismo/kirchnerismo ni el macrismo han dado respuestas puntuales en materia económica y social, tampoco lo hará Milei, es un personaje que también se ha repetido en la historia, “un antisistema con soluciones fáciles” habitualmente resulta ser una apuesta fallida.
Esperemos que en estos dos meses que faltan para las elecciones reflexiones sus votos y que voten por lo mejor para el país o, en su defecto, que intenten romper con su espiral política que tanto daño le ha hecho. Podría decirse, entonces, que el laberinto argentino es aún más complejo que el eterno retorno.
POR ADRIANA SARUR