La popularidad de Donald Trump entre los republicanos es algo que desafía el análisis.
De hecho, en lo que respecta a Trump, los republicanos, o al menos una gran parte de su base, viven en un universo paralelo, uno diferente al que habitan los votantes demócratas y los independientes.
Trump, afirmó un reciente análisis de la National Public Radio (NPR). "Se ha aislado ante muchos republicanos con sus gritos de caza de brujas, objetivos políticos y una buena dosis de quejas de doble rasero".
Trump habla de fraudes electorales y conspiraciones. Carece de prueba alguna de unos y de evidencia de las otras, pero eso no lo disuade de referirse a ellos y repetir, una y otra vez, la misma cantilena de falsedades o exageraciones, cuando no mentiras abiertas. De creer a la narrativa de los medios estadounidenses, la posibilidad de que Trump sea el candidato presidencial republicano es considerable y eso le brindaría, por tanto, la oportunidad de llegar otra vez a la Casa Blanca, en noviembre de 2024.
Cierto que nada es imposible en política, pero igual que las encuestas indican la popularidad de Trump entre los republicanos, señalan su impopularidad entre el resto de los estadounidenses. Su índice de favorabilidad promedio es de 40%. Con los independientes, está en 30% en las últimas encuestas.
Analistas afirman que "ha tenido un efecto repulsivo entre los votantes independientes", y eso por no decir que los asusta o los preocupa. Trump y sus aliados gustan de presumir que las acusaciones planteadas a niveles estatal de Nueva York y Georgia, y federales, sólo han consolidado su popularidad y, de hecho, en lo inmediato se han reflejado en que tiene una ventaja formidable respecto a sus competidores republicanos.
Pero más de la mitad de los independientes (52%) creen que Trump ha hecho algo ilegal, en lo que es prácticamente un aumento de 11 puntos desde marzo, antes de que se publicara la primera acusación en Nueva York, relacionada con los pagos de Trump a mujeres con las que supuestamente había tenido relaciones y disfrazados entre sus operaciones financieras.
Peor aún, dentro y fuera del Partido Republicano hay conciencia de que el exmandatario puede ser un lastre, sobre todo, porque hace campaña sobre 2020, no sobre sus propuestas.
De hecho, hay la convicción de que Trump perjudicó a los republicanos en las elecciones de mitad de periodo de 2022.
En esos comicios, donde lo habitual es que la votación favorezca al partido opositor, los republicanos obtuvieron una mayoría menor a la esperada en la Cámara baja y los demócratas ganaron un escaño en el Senado.
Ahora bien, lo cierto es que las posibilidades de que Trump llegue a la Casa Blanca dependen en alguna medida que los casos en su contra no tengan éxito, que sus argumentos no logren convencer a los estadounidenses, o que el ahora presidente Joe Biden, casi seguro candidato demócrata, sea protagonista de algún desastre.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS