23 de Noviembre de 2024

RETOS GLOBALES / La diplomacia del siglo XXI / Carlos de Icaza

columnas heraldo

 

Cuando se derrumbó el campo socialista en 1989, se pensó que ello significaba el fin de la Guerra Fría y el inicio de un nuevo orden mundial de paz y cooperación. Muy pronto se desvanecieron esas expectativas y, desde el comienzo del siglo XXI, hubo signos que presagiaban un nuevo y conflictivo esquema multipolar. Recientemente, y a partir de la invasión rusa de Ucrania, transitamos por una nueva etapa de creciente competencia entre las potencias por espacios de poder político y económico que nos recuerda la Guerra Fría.

En los últimos años la diplomacia ha sufrido muchos cambios en sintonía con las transformaciones de la sociedad global y la multiplicación de actores internos y externos de política exterior. En la era de la información y la revolución digital, estamos frente a nuevas modalidades de la actividad diplomática que involucran la utilización de redes sociales, el ciberespacio y tecnologías disruptivas que pueden afectar los flujos financieros, el comercio o  las plantas industriales en cualquier parte del orbe.

Hoy, como ayer, la diplomacia es una actividad esencialmente política y su instrumento primordial es  la negociación. Kissinger dice que “la diplomacia es el arte de relacionar a los Estados entre sí mediante acuerdos y no por el ejercicio de la fuerza”. En esta visión, la diplomacia es la conducción de las relaciones internacionales por medios que no sean la guerra. Como la historia lo demuestra, los acuerdos duraderos son aquellos que logran encontrar el punto de coincidencia entre las partes en conflicto. Esto es la esencia de la diplomacia, aunque persisten otras formas de diplomacia encaminadas a imponer los intereses de las potencias por encima del derecho internacional, es decir, la continuación de una disputa por medios bélicos.

Según algunas fuentes, actualmente hay  27 mil embajadas y consulados en el mundo, lo que muestra la multiplicación sin precedentes de la actividad diplomática, a lo que debemos agregar las incontables conferencias y reuniones multilaterales que tienen lugar todos los días sea en el marco de organizaciones internacionales universales y regionales, o de diversos mecanismos de concertación.

Algunos estudios sobre la evolución de la diplomacia subrayan la creciente complejidad que ha adquirido la comunicación y negociación entre los Estados y otros actores en un mundo cada vez más interdependiente. La dinámica de las comunicaciones en este siglo XXI se ha traducido en múltiples canales de contactos diplomáticos -oficiales y no oficiales - y un gran abanico de temas de negociación en los que se mezclan intereses encontrados tanto internos, como externos, a los Estados nacionales.

La diferencia con el pasado es que ahora la diplomacia es más dinámica e innovadora aunque en algunas latitudes, persisten acciones agresivas que alimentan las tensiones internacionales. De ahí, ningún Estado, por poderoso que sea, puede imponer las reglas del juego en la política o la economía global. En cambio, lo que los países pueden y deben hacer es conocer mejor las reglas del juego de la diplomacia contemporánea para alcanzar sus objetivos nacionales.

POR CARLOS DE ICAZA