El doctor Patán no llegaría al extremo de lo que dijo el camarada Fisgón, que, como todo en esta vida, lo dijo sin un ápice de humor: que el Presidente Eterno (el camarada Fisgón no le dice así, porque se tienen mucha confianza y lo tutea; esto lo dice su doctor de cabecera), básicamente, no se equivoca. Lo que sí diría su doctor de cabecera es que, con esa cualidad titánica para dedicarse a todo, de la dieta popular, a la soberanía energética, a la música (DJ AMLO), a las farmacias, el presidente casi no se equivoca, y que en general – aquí sí le doy la razón al monero oficial–, cuando parece que metió la pata hasta la rodilla, uno se espera tantito y descubre que, por el contrario, lo que tuvo fue tremendo acierto. Por eso su nombre quedará inscrito en oro en las páginas de la historia.
Mi cavilación viene al caso porque se ha criticado ferozmente al doctor Gatell por tener la jeta de lanzarse por la Ciudad de México, y, por extensión, a la Transformación de la Vida Pública, que como sabemos no es más que una proyección de la grandeza presidencial. El doctor bueno, o sea el Doctor Patán, entiende y comparte las críticas contra su colega y némesis, el Doctor Muerte. Ni hablar. En este maravilloso proceso de ensayo y error que es la 4T, hay áreas de oportunidad, como he dicho, y ninguna más grande que la salud pública, con el niño de la gomina a la cabeza. Así y todo, seguí el consejo del Fis, es decir, esperé, y entendí que su candidatura, en el fondo, es un acierto del presidente, y una muestra ejemplar de humanismo mexicano.
Mi hipótesis, despertada por un tuit de Gabriela Guerra, es la siguiente. El presidente, Padre Amoroso de Todos los Mexicanos, volteó hacia la pared de su estudio en Palacio Nacional, donde conviven la camiseta de las Guacamayas de Palenque y un óleo de Morelos, y, permeado de amor por el Pueblo Bueno, reconoció íntimamente: “¡Carambolas! La verdad es que Hugo sí provocó 750 mil muertes. Además, ese pantalón marca paquete es asqueroso. Sin embargo, lo mejor para el pueblo es que se distraiga con una candidatura que no va a ganar ni con la intervención de Jesucristo, nuestro Señor, primer activista de la historia, y deje de hacer tonterías con el etiquetado, la prohibición de medicamentos, y el cigarrillo electrónico. ¡Récorcholis! Lo del semáforo epidemiológico nos puso en ridículo. Era como un arbolito de Navidad, con tantas luces. A propósito de Navidad, se me antojó una torta de pavo. ¡Martínez!” Y ¡bum!: Hugo por la jefatura de Gobierno chilanga. Ni hablar: los grandes genios de la política saben que a veces hay que elegir entre dos males, y que mejor ver ese despliegue de cinismo que otra carnicería por razones de políticas serviles e ideologizadas de salud pública.
Así que adelante: siga en campaña, Doctor Muerte.
POR: JULIO PATÁN
COLABORADOR