Con esta frase el filósofo de la política, Thomas Hobbes, explicó el Estado de Naturaleza del ser humano, que consideró como perverso y genéticamente proclive a la violencia; en ese tiempo reinaba Carlos I, en la Gran Bretaña, y existía una guerra fratricida. Su teoría dio pie a la explicación de la Soberanía y del Estado que llamó “El Leviatán”.
A lo largo del Siglo XX se produjeron las guerras más cruentas, tanto en las Revoluciones Nacionales como la mexicana o la rusa y, también, de alguna manera el derrocamiento de la República Española, aunque en este caso intervinieron las fuerzas armadas de Mussolini y de Hitler, que acabaron con ciudades enteras como Guernica, con la aviación llamada la Legión Cóndor y que describe el pincel maravilloso de Picasso.
Se desarrollaron las dos Guerras Mundiales, con millones de muertos en los campos de batalla, pero los más afectados fueron los civiles indefensos, ametrallados, torturados, vejados y despojados de sus bienes, en estas trágicas conflagraciones.
Asimismo, la Guerra de Corea, o la de Vietnam, recientemente la absurda invasión a Irak y, desde luego, la permanente pugna entre árabes y judíos, este conflicto tiene orígenes religiosos, territoriales y económicos y sus primeros escarceos fueron a partir, de que en 1948 las Naciones Unidas declararon el Estado de Israel empalmado en territorio palestino, que sufría la ocupación británica.
La Guerra de Yom Kipur, entre el panarabismo en contra de Israel, pretendía desaparecer el nuevo Estado, asimismo lo pensó Yasser Arafat, líder de los palestinos, pero muchos años de conflicto lograron los Tratados de Oslo y el objetivo palestino ya no era la desaparición del Estado de Israel, sino el respeto de la decisión internacional de que existiera paralelamente un Estado Palestino.
Los terroristas de Hamas aparecieron a partir de 1984 y retomaron la vieja consigna de desaparecer del mapa al pueblo judío. Hoy, el ataque terrorista de Hamas superó cualquier expectativa de salvajismo y horror, y debe ser condenado por el mundo entero.
No obstante, la actitud ultraderechista de Benjamín Netanyahu, Primer Ministro Israelí, es todavía peor, pues en 13 días ha destruido el 25% de las viviendas de Gaza y han muerto miles de personas en hospitales e iglesias: niños ancianos y mujeres –cuyo único delito es vivir en su tierra natal— han sido maltratados y amenazados y se les ha rodeado en un cerco de hambre y de impedimento a la más elemental forma de vida: no tienen agua, ni electricidad, ni alimentos, y son más de 2 millones de personas que han sufrido esta atroz actitud, que los mantiene al borde a la guerra y de la muerte y, también, mantiene al Planeta en la expectativa de una Tercera Guerra Mundial, si las potencias, que manejan los hilos, deciden enfrentarse, como también puede suceder en Ucrania, que padece la invasión rusa.
¿De verdad no tiene salvación el género humano? O se trata de los intereses, no sólo del fanatismo y del extremismo, sino del juego de los grandes capitales y de los intereses económicos.
Es tiempo de profunda reflexión y de análisis, para entender que sólo la paz mundial nos da la esperanza de una vida mejor. Recordemos la gallardía de la diplomacia mexicana, que siempre ha creído en la solución pacifica de los conflictos, en la autodeterminación de los pueblos y en la no intervención.
El hombre nunca debe ser el lobo del hombre.