Mientras el presidente Andrés Manuel López Obrador desarrollaba una "cumbre" con algunos de los principales países expulsores de migrantes, su colega estadounidense Joe Biden, líder de la principal meta continental de la migración, solicitaba al Congreso 13,600 millones de dólares extra para enfrentar el problema en sus fronteras.
Aunque ambas ideas no son excluyentes y hasta pueden ser eventualmente complementarias, ilustran condiciones que parten de necesidades políticas diferentes, pero coinciden en la necesidad de soluciones urgentes.
La petición de fondos es parte de un paquete de ayuda para Ucrania e Israel, aliados estadounidenses que enfrentan conflictos bélicos, y es en sí un anzuelo para atraer a los republicanos.
Para Biden es el control de un fenómeno que parece descontrolado a ojos de sus votantes y afecta sus ambiciones electorales y las de su partido; para López Obrador, adelantar sus propias posturas sobre la necesidad de resolver de raíz el problema migratorio y su papel como interlocutor latinoamericano de Washington.
Uno de los fines del "summit" migratorio convocado por López Obrador fue encontrar una propuesta común para ser presentada al propio Biden.
La demanda presupuestal de Biden está dictada por necesidades de política doméstica: para muchos estadounidenses, migración y seguridad se unifican con la preocupación por la entrada de drogas, especialmente fentanilo, y la posibilidad de que el terrorismo llegue a través de la "desprotegida" frontera con México.
Es una visión promovida, sobre todo, por republicanos, que buscan así demostrar la debilidad y hasta senilidad del presidente Biden, que se presenta a la reelección a los 81, casi 82 años de edad.
Aprovechan, sin embargo, las imágenes de la masa de migrantes provenientes de países en crisis económicas por razones internas, incluso crisis políticas o sequías, y en la versión de varios, sanciones y bloqueos aplicados por Washington a los que ve como regímenes adversariales o dictatoriales, como Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Esa muchedumbre es visible en varios puntos de México fronterizos con Estados Unidos y ha generado tensiones, pero también obligado a la colaboración entre los dos países.
Biden propone incrementar el número de agentes de la Patrulla Fronteriza y el de funcionarios a cargo de procesar peticiones de asilo, así como reforzar las deportaciones y los centros de solicitud de visa y asilo establecidos en otros países para evitar que miles de personas emprendan el azaroso viaje.
Es un poco y un mucho la idea de mostrar fuerza sin dejar del todo una apertura que contraste con la dura y cerrada política de su predecesor.
Pero la realidad es que la crisis migratoria, como el problema de drogas, no puede ser resuelta de manera unilateral.
Aunque la petición presupuestaria de Biden puede responder a necesidades políticas domésticas es una realidad también para un país tan integrado con Estados Unidos como México.
POR: JOSÉ CARREÑO FIGUERAS