Hugo, un directivo peruano de la industria minera que radica en Torreón desde marzo, preparó el viaje de su vida a Acapulco: rentó una casa con piscina pegada al mar, llevó a su esposa e hijos, mandó traer a sus padres de Lima y convocó a amigos suyos que llegaron desde Perú, pero anoche todavía no había una sola señal sobre el paradero de alguno del grupo.
Conocí a Javier Rosas la mañana de ayer en la central camionera del Sur de la Ciudad de México, cuando una señorita de camiones Estrella de Oro le dijo que no había corridas para el puerto. Dos horas antes había bajado de un avión procedente de Perú y se le hizo extraño, sin darle la mayor importancia a que nadie de sus amigos le contestara el celular durante su traslado del aeropuerto capitalino a Taxqueña para tomar un autobús a Acapulco.
La última vez que tuvo comunicación con Hugo fue por mensajes de WhatsApp la noche del martes a las 22:30, una hora y media antes de que el puerto fuera destrozado por el huracán Otis. Los ojos negros de Javier se convirtieron en dos pozos de amargura en la medida en que fue conociendo videos de la destrucción del hotel Princess, desde donde su amigo le mandó mensajes la noche previa mientras cenaba con hombres de negocios.
Hugo es director de operaciones de la minera Fresnillo, que extrae metales como plata, plomo y zinc. Participaba en la 35 Convención Internacional Minera que reúne empresarios, proveedores académicos y todos los involucrados de la industria internacional para implementar acciones frente al cambio climático con el propósito de disminuir el impacto ambiental. Pero la vida suele ser irónica y ensañarse: el mar alcanzó temperaturas extremas y lo que era una tormenta se convirtió en 12 horas en el huracán Otis, categoría 5. Quedará en la historia y en el estudio de los científicos.
Guerrero fue “destazado” con rachas de vientos a más de 250 kilómetros por hora. Las autoridades de gobierno estatal y federal minimizaron por la tarde las condiciones climatológicas. Nadie llamó a tomar medidas de prevención, ni de seguridad, ni de evacuación, ni se dispuso de albergues. Protección Civil no prohibió ningún tipo de eventos públicos. En la noche, los mineros estaban felices recibiendo cascos de plata en la convención llamada “La Minería por un Mundo Nuevo”.
El plan de Hugo, familia y amigos era que al término del evento internacional programado del 23 al 27 de octubre se quedaran a vacacionar todos juntos, pero Otis trozó como palillos los postes de la energía eléctrica, dejó zonas turísticas inundadas, partió caminos, comunidades urbanas y de la sierra. Anoche, Guerrero seguía incomunicado, sin servicio de internet o telefonía, en algunos casos era intermitente.
El gobierno federal no tiene idea de la magnitud del desastre. Todavía nadie se atreve a hablar de muertes, desapariciones, ni saldo real de los daños. El único mensaje claro de Protección Civil es que el mar está caliente y puede haber más huracanes. Ojalá estén vivos los peruanos y las personas que aún no tienen noticias de sus familiares en Guerrero.