SOLANGE MÁRQUEZ
Finalmente se logró el acuerdo para un primer cese al fuego en la guerra entre Israel y Hamas. El acuerdo alcanzado gracias a la intermediación de Catar, Egipto y Estados Unidos, permitirá la liberación de 50 rehenes israelíes a cambio de la entrega de 150 prisioneros palestinos y un cese al fuego por 4 días para el ingreso de ayuda humanitaria a Gaza.
Después de casi siete semanas, los actos terroristas del 7 de octubre contra la población desarmada de Israel dejaron claras tres cosas: 1. El exceso de confianza de Israel lo dejó vulnerable y esa aparente vulnerabilidad está costando vidas; 2. La capacidad de Hamas de rearmarse ha sido cada vez más rápida, lo que implicaba una infraestructura militar más sofisticada, más recursos y más planeación; y 3. El resultado de esta guerra impactará la región pero sobre todo tendrá una resonancia mundial.
1. Hablo de vulnerabilidades pues es difícil entender que algo como lo ocurrido pudiera pasar por alto en una de las fronteras más vigiladas del mundo. Y es que mientras Hamas planeaba estos ataques, el Estado Israelí estaba inmerso en luchas políticas que consumieron su atención.
Hoy en Gaza miles de mujeres enfrentan la pérdida de sus familias, hijos. Sin recursos y bajo el fuego. Niños, niñas y mujeres en Gaza hoy representan casi el 70 por ciento de los miles de muertos que se acumulan bajo los escombros de ciudades y pueblos destruidos por los bombardeos. Una cifra que hasta antes del 7 de octubre era de menos del 15 por ciento.
Pero en Israel también, los padres sufren el trauma inconmensurable del secuestro de sus hijos y familias, así como de los terribles reportes de lo ocurrido el 7 de octubre. La muerte de civiles inocentes, los crueles actos de tortura y la violencia sexual contra mujeres y niñas deben ser investigados y sus perpetradores deben ser castigados.
2. Mientras continúan los bombardeos y la incursión terrestre, el número de civiles muertos incrementa exponencialmente y las demandas para un alto al fuego se hacen cada vez más fuertes. No un cese temporal como el acordado para iniciar este viernes, sino el fin de la violencia.
Sin embargo, las posibilidades de que Israel termine esta guerra por completo serán nulas mientras Hamas continúe representando una amenaza para sus ciudadanos. Y lo será mientras su infraestructura militar siga existiendo, mientras sus líderes sigan caminando libres lejos de Gaza o Cisjordania y mientras el dinero desde Irán siga fluyendo.
La capacidad de Hamas para rearmarse ha sido tristemente probada en los últimos 15 años. Esa capacidad pasa por el uso de su sistema de túneles donde se guarda el armamento. Túneles que cruzan las ciudades y se ubican estratégicamente debajo de instalaciones civiles que no deberían ser blanco militar.
3. En estas semanas hemos visto aumentar los discursos de odio en las calles, en las universidades bajo el grito de “Palestina Libre”. Es entendible exigir el fin de la ocupación israelí, por años he escrito sobre ello, lo que no puede entenderse es que se defienda a Hamas.
Estas narrativas inflamatorias están creando un ambiente de miedo y antisemitismo en todo el mundo. La polarización está haciendo de este conflicto un fenómeno mundial que es aún más peligroso porque amenaza con desatar una violencia sin coordinación, espontánea en cualquier parte del mundo y que puede volverse imposible de controlar.
En el camino para vencer a Hamas, Israel debe cuidarse de no seguir perdiendo la guerra informativa. El apoyo a la causa israelí disminuye a cada hora. Quizá para sus líderes hoy eso sea la última de sus prioridades, pero deben tener claro que es de las primeras para sus aliados. Hoy Joe Biden enfrenta una juventud que lo percibe como de incondicional apoyo a Israel.
Por eso el cese al fuego acordado, aunque temporal, puede ser una oportunidad para la paz.