25 de Noviembre de 2024

HORIZONTE GLOBAL / La Doble Cara de la COP28 / Isabel Studer

 

columnas heraldo

 

Por primera vez, en las 28 ediciones de las cumbres de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, el acuerdo de Dubái menciona la necesidad de una transición equitativa y ordenada alejándose de los combustibles fósiles. Este hito es visto como un gran avance, marcando el principio del declive de dichos combustibles. El propio secretario General de la ONU, António Guterres, proclamó que el fin de los combustibles fósiles es inminente.

El pacto también promete triplicar la generación de energía renovable para 2030, duplicar la eficiencia energética y reducir las emisiones de metano, un gas con un potencial de calentamiento global 80 veces superior al dióxido de carbono, pero de menor permanencia en la atmósfera. En el marco de la COP28, se anunció un fondo de 700 millones de dólares destinado a los países que ya sufren efectos irreversibles del calentamiento global, una cuestión que se introdujo en la anterior COP en Egipto. Para dimensionar, tal suma es equivalente al contrato que firmó Shoheni Othani, jugador japonés, con los Dodgers de Los Ángeles.

No obstante, el acuerdo de Dubái deja numerosos temas preocupantes en suspenso. La mención a la transición de los combustibles fósiles carece de detalles concretos sobre su implementación. Los grandes productores de petróleo, gas y carbón deben, ante todo, reinvertir sus cuantiosas ganancias no sólo en su propia transición hacia las energías renovables sino también en el apoyo a países con recursos, pero sin financiamiento suficiente para dejar de explotar y mantener esos combustibles bajo tierra.

Las altas tasas de interés y el endeudamiento de muchas de estas naciones, junto con su dependencia de los hidrocarburos para financiar programas públicos, complican la perspectiva de una transición energética rápida.

El financiamiento fue un tema crucial en esta COP, en especial por parte de la banca multilateral de desarrollo. Aunque se comprometieron a movilizar recursos para el cambio climático en el Sur Global, se pasó por alto la cuestión de los subsidios globales a los combustibles fósiles, que ascienden a 7 billones de dólares. Una reasignación de estos permitiría reflejar el costo real del petróleo, gas y carbón, incluyendo las externalidades sociales y medioambientales, y acelerar la adopción de tecnologías limpias, como la electromovilidad.

Además, el acuerdo otorga mucha flexibilidad a los productores de gas y petróleo al seguir respaldando las tecnologías de captura y almacenamiento de carbono, que demuestran ser ineficaces o una excusa para extraer más combustibles fósiles.

En conclusión, tras 30 años de negociaciones, el proceso de las COPs está desgastado y necesita una renovación que se centre en la eliminación y reducción progresiva de los combustibles fósiles. El Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles, que ganó apoyo de más naciones, alcanzando las 13 durante la COP, parece ser un paso hacia esa dirección.

POR ISABEL STUDER